El estadounidense Dennis Hopper se zambulló sin recato en todos los excesos que se encontró, en los cinematográficos también. En su vida hubo droga, alcohol y cinco matrimonios; el segundo de los cuales duró solo ocho días.

Pero además de un anecdotario infinito, su biografía custodia actuaciones en más de 130 películas de toda índole y un título para la historia, Easy Rider, que estrenó en 1969 y convirtió en un emblema de la contracultura de los sesenta.

La galería parisina Thaddaeus Ropac inauguró ayer la muestra Iconos de los sesenta, que reúne pinturas, esculturas, objetos y, sobre todo, fotografías firmadas por Hopper (Kansas, 1936), un "creador compulsivo" que llevó su vida al límite.

La exposición llega cinco años después de su muerte en Los Ángeles por cáncer de próstata, a los 74 años. Longevo para un Hopper que en sus días más salvajes consumía tres gramos diarios de cocaína y se divertía incluso saltando por los aires borracho en una silla forrada de dinamita. Lo llamaba "la silla del suicidio ruso". El título (Icons of the Sixties) desliza un guiño a la ristra de amistades que Hopper inmortalizó en su década más próspera, como Paul Newman, Peter y Jane Fonda, Tina Tuner o Andy Warhol.