El presidente de EEUU, Barack Obama, y su esposa Michelle invitaron ayer a la Casa Blanca a 35.000 niños y padres para buscar y hacer carreras con huevos de colores, en una tradición centenaria para celebrar la Pascua de la que fueron anfitriones por última vez.

La celebración de la Pascua, que se remonta al año 1878, es el mayor evento anual en que la Casa Blanca abre al público, pero no es el presidente sino la primera dama quien organiza el festejo. "Esta es siempre una de mis celebraciones favoritas del año", dijo Obama al asomarse al balcón Truman de la residencia presidencial junto a su mujer, ante los miles de asistentes que les esperaban en los jardines.

Por su parte, Michelle Obama reconoció que el evento de este año era "un poco agridulce", ya que, pese a ser un día de alegría, le entristecía que fuera la última Pascua que acogía en la Casa Blanca, dado que su esposo dejará el poder en enero próximo.

"Si pensamos en lo que hemos conseguido en los siete últimos años, es increíble. Uno de nuestros objetivos era abrir la Casa Blanca a tanta gente de diferentes orígenes como fuera posible", destacó la primera dama estadounidense.