"Tiene un aire de autoridad y reflexión sorprendentes para un niño", dijo Winston Churchill de la pequeña Isabel cuando esta contaba con solo dos años de edad. Dos cualidades que le han acompañado durante toda su vida y que vienen a corroborar las dotes de visionario del célebre primer ministro inglés, el único que supo ver antes que nadie las malas intenciones de Hitler cuando los mandatarios europeos todavía creían en llegar a un acuerdo de paz que calmase las aspiraciones expansionistas de la bestia nazi.

Es innegable ese aire de autoridad que siempre exhibe la Reina de Inglaterra. La reflexión siempre ha acompañado a Isabel II para afrontar y superar los grandes retos que le han asaltado en su reinado -Churchill es uno de los 12 primeros ministros con los que ha tratado-, que es ya el más largo: le sigue su tatarabuela, la no menos célebre Victoria, a la que superó el pasado septiembre al cumplir 63 años en el trono.

The Queen tiene por delante ahora un nuevo aniversario, el de sus 90 años (el próximo jueves), a los que llega, que se sepa, con una salud de hierro (sólo se conocen algunos resfriados y pequeñas molestias en las rodillas) y una lucidez intachable. Hay que subrayar lo de "que se sepa", porque si bien es cierto que es fácil alimentar una crónica sobre la soberana, ésta siempre se centra en su faceta pública. De puertas adentro poco o casi nada se conoce del día a día de a la que sus allegados llaman Lilibeth.

A buen seguro que la reina estará cansada de leer y escuchar los habituales relatos sobre su reinado casi siempre centrados en el tan mentado "annus horribilis" cuando se le quemó Windsor, se divorciaron sus hijos y la inestable Lady Di a punto estuvo, en opinión de muchos, de cargarse su labor. Pero es que la historia no da para más y ante tanta escasez de detalles caseros que harían las delicias de sus fieles súbditos (qué desayuna, qué ve en la TV, cuáles son sus lugares preferidos para viajar, qué hace en las horas muertas del día, si cambia los pañales a sus bisnietos, cómo es la relación con su marido...), las biografías de Isabel II en los últimos tiempos echan mano a lo más ruidoso: los líos familiares. Y eso que éstos sólo ocuparon unos cuantos años: desde 1992, al que ella misma llamó "annus horribilis", hasta 1997, año en el que falleció trágicamente Diana y capeado el temporal encarriló de nuevo su reinado hasta que en 2002, al celebrar el jubileo, recuperó su popularidad.

Quizás a muchos les gustaría saber cómo se ha enfrentado esta nonagenaria a las nuevas tecnologías y qué tal lleva eso de teclear su nombre en Google y que surjan millones de referencias (algunas hasta constatan su fallecimiento) y fotografías. Para una mujer que en 1939 fue protagonista de un hito histórico, como la primera llamada telefónica trasatlántica, no debe de haber sido fácil asimilar la inmediatez de internet, por ejemplo, conocer en tiempo en real cómo les va a su querido nieto Guillermo y su esposa Catalina, los populares duques de Cambridge, en algún viaje oficial, como el de estos días por India y Bután. Todo eso cuando ella misma tardó bastantes horas en conocer, de visita en Kenia, en 1952, que su padre, Jorge VI (el rey tartamudo), había fallecido.

Tenía 25 años cuando llegó al trono, el 2 de junio de 1953. Ya tenía dos hijos, Carlos (su heredero) y Ana. Luego llegarían Andrés y Eduardo. Poco tiempo empleó en criarlos, siempre volcada en sus tareas de estado. Los cuatro lo han dicho en alguna ocasión, quejosos de una infancia solitaria, estricta y fría en el palacio de Buckingham.

A su lado siempre ha estado el duque de Edimburgo, Felipe, un Mountbatten que tornó en Windsor por cuestiones de estado y que pasa por ser el único hombre que ha compartido alcoba con Isabel II. Se conocieron en 1934, empezaron a cortejar algo entre 1937 y 1938 (la entonces princesa tenía 13 años) y se casaron en 1947. De siempre se ha hablado de las infidelidades del díscolo duque, cuyas salidas de tono y chistes de mal gusto en público son célebres. Cómo le sientan a su mujer es un misterio, otro detalle que sería genial conocer.

Pero lo cierto es que ahí sigue la pareja, a las duras y a las maduras. De seguir todo igual durante el próximo año la reina tendrá un nuevo aniversario, el de sus 70 años de matrimonio, que no son pocos.