La Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo concedida a la malograda Rocío Jurado (Chipiona, 1946) es quizás una de las distinciones más que justificada del Gobierno de España. El miércoles se cumplirán diez años de la muerte de la artista, el 1 de junio de 2006. Poco más de dos meses antes, a finales de marzo, la Jurado recibía la noticia de tal reconocimiento nada más pisar tierra española, tras bajar del avión que la traía de regreso de su último y fracasado tratamiento en una clínica de Houston (EEUU) para frenar el cáncer de páncreas que se la llevó.

La medalla fue una más que sumar a las muchas distinciones que ya acumulaba en sus vitrinas, desde las más tempranas, cuando aún era una niña que ganaba todos los premios de los concursos de las radios en Andalucía, hasta otras como la de Mejor Voz Femenina del Siglo XX (Nueva York, 2000), la Medalla de Oro de las Bellas Artes (Madrid, 1995) o el galardón América a la mejor voz latina (Las Vegas, 1988).

España le reconoció su larga y exitosa carrera artística, pero el mérito al trabajo de la que se conoce como "la más grande" tiene otra faceta menos conocida, solapada por su brillante trayectoria en los escenarios. Nacida en una familia humilde, María del Rocío Trinidad Mohedano Jurado comenzó a trabajar bien joven para llevar el dinero a casa. Huérfana de padre, ejerció de zapatera, recolectora de fruta y lo que se terciara en la paupérrima Andalucía de los años 50.

"Murió tranquila, sin grandes angustias y rodeada de los suyos, como ella quería", recogieron las crónicas tras su fallecimiento. A esos "suyos" es imposible no mirar hoy en día cuando se cumple el décimo aniversario de la muerte de una mujer que a buen seguro se llevaría un gran disgusto si pudiera ver la deriva en la que entró su familia tras su desaparición.

Rocío Jurado dejó viudo y tres hijos, además de una larga lista de hermanos, cuñados, sobrinos que, quien más o quien menos, vivieron y siguen viviendo de su nombre. La imagen pública de sus familiares más allegados deja mucho que desear, pensarán algunos, pero aun así el peso artístico de una de las folclóricas más grandes que haya dado España no ha quedado solapado. Aunque no por los méritos y esfuerzos de una familia rota hoy por hoy que pasea sus miserias por las televisiones y revistas del corazón sin miramientos. En 2006 su hija primogénita, Rocío Carrasco, Rociíto, contaba con 29 años, un divorcio (de otro habitual de las revistas, David Flores) y dos hijos, amén de una larga lista de disgustos de adolescente que dio a su madre y que para entonces ya habían cesado desde que sentó la cabeza con su compañero sentimental, Fidel Albiac, con el que sigue y parece que se casará en los próximos meses. Murió su madre y Rociíto desapareció de la escena pública en una decisión muy celebrada por sus allegados, aunque menos por la prensa del corazón, que siempre trató de hacerla volver a las portadas. Pero desde hace algo más de un año la única hija natural de la Jurado y su primer marido, el también malogrado Pedro Carrasco, se ha dejado ver más, no escatima fotos en las alfombras rojas e incluso ha hecho incursiones en la televisión.

No se habla con sus dos hermanos postizos, Gloria Camila y José Fernando (de 21 y 23 años, adoptados en Colombia en 1999), ni con su hija primogénita, Rocío, y parece que tampoco o lo justo con su padrastro, el torero José Ortega Cano. Gloria Camila prueba suerte en la moda después de haber sido una "estudiante ejemplar" y no hace ascos a cualquier sarao que se precie, mientras da cuenta en las redes sociales de su noviazgo o de los líos con su hermana mayor. José Fernando tuvo una más que complicada adolescencia, salpicada de drogas, prostíbulos, cárcel y clínicas de desintoxicación. Más tranquilo desde hace un tiempo, se ha tatuado la cara de su madre en el brazo.

El padre no ha tenido muy buena mano con su prole, bastante ha tenido con encauzar su vida desde que murió su esposa. Sin apenas relación con la familia de la Jurado, no ha podido predicar con el ejemplo a la hora de meter en vereda a su hijo mayor: pasó poco más de un año en la cárcel tras ser condenado por un delito de homicidio imprudente y conducción temeraria, tras un accidente en 2011 en el que perdió la vida un hombre. Mucho se habló de la situación que atravesaba entonces el torero y su supuesta depresión y tonteo con el alcohol. Lo cierto es que luego pareció reflexionar y conoció un año después a la que hoy es su pareja con la que piensa en boda tras tener un hijo, ahora con tres años.

Vaivenes también han tenido su hermano Amador y su exmujer Rosa Benito. Representante el primero y peluquera la segunda de la artista, el matrimonio se ha ganado a pulso un hueco en lo el más farandulero famoseo patrio aireando su vida: cuernos, celos, romances, realities, deudas, venganzas...