Tenía 83 años, hacía veinte que había abandonado los escenarios tras medio siglo de trabajo pero seguía enganchado a la guitarra, porque el "patriarca flamenco" Juan Carmona, Habichuela, fallecido el jueves en Madrid, llevaba en el ADN el arte jondo, como su larga y talentosa dinastía. En 1948 Juan Carmona le quitó la "sonanta" de las manos a Antonio El Pescaílla y tanto le gustó que decidió cambiar el baile, en el que había empezado con apenas 10 años, por el toque, del que se convirtió en una autoridad por su calidad, su gusto y por saber fundir su tono meloso con el de cantaores tan diferentes como Fosforito, Camarón, Caracol, Mairena, Bernarda de Utrera o Morente.

En 1996, cuando tenía 63 años, determinó que se cortaba "la coleta de los escenarios", cansado ya de las giras y los largos viajes que conllevaban, y en esa despedida, en su Granada natal, le acompañaron decenas de colegas, la treintena larga de Habichuela que se dedica al flamenco y la corte de otras de las sagas artísticas más importantes del país, los Morente. Y ayer fue despedido por centeneres de artistas y público con gran dolor precisamente en su ciudad natal.