Está postrado en una silla de ruedas, pero eso no impide a Leonardo Sbaraglia moverse con rapidez, sudar la gota gorda e interceptar a "los malos" en Al final del túnel, un filme de suspense que el actor argentino definió ayer como "una Jungla de cristal, pero en silla de ruedas".

Escrita y dirigida por el también argentino Rodrigo Grande, y coprotagonizada por Clara Lago, Pablo Echarri y Federico Luppi, la trama gira en torno al asalto a un banco en Buenos Aires a través de un túnel que pasa por debajo de la casa del protagonista, un hombre "devastado", física y emocionalmente. Clara Lago se "argentiniza" para encarnar el papel de Betty, una bailarina de striptease que, junto a su hija, le alquila una habitación a Joaquín, el hombre que observa a los ladrones y sobre el que se centra la atención principal. Grande aseguró que fue un rodaje difícil, diez semanas repartidas entre España y Argentina. "El túnel fue una de las complicaciones, pero también había un perro y una niña. No faltó nada", bromeó. Para Clara Lago el mayor reto fue adoptar el acento argentino al que últimamente obligan las coproducciones. "Ha sido un proceso interesante pero más difícil de lo que pensaba", confesó la protagonista de Ocho apellidos vascos.