No tiene poderes ni viste mallas. Viggo Mortensen es otra clase de superhéroe en Captain Fantastic, un padre idealista y rebelde que construye para sus seis hijos un paraíso apartado de la civilización, donde él mismo les proporciona una rigurosa educación intelectual, artística y física. Dirigida por el también actor Matt Ross, que se llevó el premio al mejor director en la sección Un certain regard del Festival de Cannes, la película, presentada ayer en Madrid, surge de sus propias preguntas sobre cómo ser un padre perfecto y es a la vez una reflexión sobre la actual "cultura de la distracción", con el enganche a los móviles y ordenadores.

Mortensen brilla en el papel de padre disciplinado y virtuoso, aunque también "arrogante y un poco loco", con quien admite tener algunos planteamientos en común. "Yo nunca he hablado con ese tono a mi hijo, pero estoy de acuerdo en que hay que ser honestos con ellos. Es bueno hablar con los niños abiertamente, no debería haber tabúes de sexo, muerte o enfermedades", opinó el actor.

En el bosque donde viven, los niños aprenden a cazar animales para comer o escalar las montañas más escarpadas, al tiempo que leen a Chomsky y a Nabokov, hablan siete idiomas o tocan la guitarra. Las cosas se complican cuando un suceso imprevisto les obliga a volver al mundo civilizado. "El problema es que el padre en su empeño por protegerlos no se da cuenta de que si no tienen contacto con otros niños van a ser torpes", resalta.