El coruñés Francisco Botas García-Mayer es ya parte de la historia viva de Iberia. Tanto, que fue uno de los invitados para festejar los 70 años del primer vuelo de la aerolínea entre Madrid y Buenos Aires. También debía acudir su madre, que viajaba con él en aquella travesía, el 22 de septiembre de 1946, pero, con 101 años, prefirió quedarse en A Coruña.

Paco Botas, de 76 años, fue el centro de la fiesta del aniversario del vuelo trasatlántico de la aerolínea durante la celebración en la Embajada de España en Buenos Aires, a la que asistió el presidente de Iberia, Luis Gallego, y donde el pasajero coruñés contó anécdotas de aquella aventura y explicó que su madre quiso que la acompañase en ese viaje para que conociese a su familia argentina.

Con los Botas viajaban otros cuarenta pasajeros a bordo del DC4 en un viaje que duró 36 horas, haciendo escalas en Villa Cisneros (Sahara) y en las ciudades de Natal y Río de Janeiro, en Brasil. Afortunadamente, la aviación comercial ha evolucionado mucho y actualmente los Airbus de Iberia hacen el trayecto Madrid-Buenos Aires en doce horas y sin necesidad de repostar por el camino.

El pequeño Botas recordó su primera experiencia aeronáutica: "A los seis años te sorprende todo, casi no había aviones y me llevaban de la mano", relató. Y la impresión que le produjo la parada en Villa Cisneros (entonces Sáhara español), donde por primera vez en su vida vio a un hombre negro: "Me asusté. Fuimos a casa del gobernador, que era amigo de mis padres, y allí el hombre de color me enseñó dos leopardos que tenían con collar y todo. Eso un niño no lo olvida. Después, recuerdo que hubo muchas tormentas en el mar, pasamos miedo, se volaba muy bajo", recuerda Botas en una crónica firmada por Carlos E. Cué, corresponsal en Buenos Aires de El País.

"Fueron como trece horas hasta Natal, y allí nos fumigaron a casi todos, menos a mí por ser niño. Les pusieron a todos los adultos un termómetro en la boca, a mí en otra parte", cuenta entre risas al periodista. "Un torero que venía con nosotros se puso a hablar y se le cayó el termómetro y se rompió, casi nos forran a bofetadas". Todavía les quedaba otra escala más en Brasil hasta llegar al aeropuerto de Morón en Buenos Aires y ver a sus parientes.

El precio del vuelo estaba al alcance de muy pocos: 7.250 pesetas. Pero el barco era tan lento que poco a poco, con la demanda de los emigrantes que se habían enriquecido en Latinoamérica y querían viajar a ver a sus familias en España, se fueron multiplicando los vuelos. Iberia abrió el camino y pronto otras aerolíneas siguieron el ejemplo de la española.

Los Botas podían permitirse pagar un vuelo, no como los emigrantes de los años cuarenta y cincuenta, cuyo medio de transporte más frecuente fue el barco.

Botas estuvo años sin volver a la Argentina pero después adquirió una empresa petrolera en el país andino y durante los tres últimos lustros ha viajado todos los meses. Su hijo Yago, que vive en Buenos Aires, dirige la empresa, que da trabajo a 280 personas. Tanto él, que viaja con frecuencia a A Coruña como su padre son clientes VIP de Iberia.

Francisco Botas García-Mayer, con el que ayer este periódico intentó, sin éxito, ponerse en contacto, es padre del actual consejero delegado de Abanca, Francisco Botas Ratera, y primo carnal de la madre de la pareja del presidente de la Xunta, Eva Cárdenas Botas, cuyo nombre saltó estos días a las páginas de los periódicos, después de saberse que esperaba un hijo. Los Botas son además una familia de farmacéuticos. Dieron nombre a una conocida farmacia en la calle de San Andrés, hoy en manos de otros propietarios.