Fue crítico de arte, excelso dramaturgo del Londres victoriano, famoso conferenciante, modelo de dandismo, esposo, padre y muchas cosas más, hasta que su pasión por el joven lord Alfred Douglas le llevó al calabozo: fue Oscar Wilde, a quien el Petit Palais dedica su primera gran exposición en París.

La ciudad donde el autor de El retrato de Dorian Gray murió en 1900, arruinado y abandonado por casi todos, tres años después de haber cumplido una pena de trabajos forzados por ser homosexual, le rinde homenaje desde ayer. Una exquisita muestra hace justicia y detalla -a través de cuadros, manuscritos o fotos- cómo y por qué fue encarcelado a los 41 años, en el mejor momento de su carrera.