La primera carta que Antonio Buero Vallejo escribió a su hoy viuda, Victoria Rodríguez; su Poética de Aristóteles, libro de cabecera del dramaturgo, una pipa y uno de los bolígrafos con los que escribía están custodiados desde ayer, fecha en la que habría cumplido cien años, en la Caja de las Letras.

El legado in memoriam de Buero Vallejo fue depositado ayer en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes por Victoria Rodríguez, que, muy emocionada, recordó a su marido, premio Cervantes 1986, como "un hombre ejemplar".

El legado permanecerá custodiado en la caja de seguridad de la antigua cámara acorazada número 1516 hasta su apertura, prevista para el 29 de abril de 2050, exactamente medio siglo después del fallecimiento del autor de Historia de una escalera, que fue también dibujante e ilustrador. Precisamente, según explicó el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, la carta que Victoria Rodríguez ha depositado en la caja contiene una caricatura que Buero Vallejo se hizo a sí mismo.

"Me casé con ese hombre ejemplar; creo que le hice feliz, le di dos hijos, y nuestra vida, a pesar de la época, fue tranquila y normal. Un par de veces vinieron a casa para llevárselo, pero estaba en París y no pudieron", recordó la viuda, actriz y premio nacional de teatro 1958, que destacó la fuerte emoción que sentía por el homenaje del Instituto Cervantes.

García de la Concha explicó cómo, en pocos años, la Caja de las Letras ha ido adquiriendo un gran relieve simbólico convirtiendo cajas de caudales en las que se depositaban dinero y joyas en lugares para custodiar letras. "Todo lo demás pasa, pero las letras se quedan", indicó el director del Instituto Cervantes, quien subrayó la excepcionalidad de la jornada debido a que, "por una normativa no escrita", en la antigua cámara acorazada se suelen depositar legados de artistas vivos.

Pero en casos extraordinarios, como ocurrió con Gabriel García Márquez, y ayer con Buero Vallejo, el "clásico por excelencia del teatro de la posguerra", la Caja de las Letras se abre para guardar legados de personajes fallecidos, señaló.

Buero Vallejo, nacido el 29 de septiembre de 1916 en Guadalajara, se trasladó en 1933 a Madrid y, al inicio de la Guerra Civil, se enroló en el Ejército de la República. A su término, fue condenado a muerte, pero, finalmente, la pena se le conmutó. En prisión conoció al poeta Miguel Hernández, al que hizo un famoso retrato, ha recordado García de la Concha, que ha calificado a Buero Vallejo como "un intelectual de primer orden que iba para pintor".

Compaginó su fidelidad a la tragedia clásica con el compromiso con el tiempo histórico que le había tocado vivir, la España de la posguerra, un hombre que "supo hablar en el silencio, ver en la oscuridad y oír en el barullo", indicó el director del Cervantes.

En esta institución se celebró también ayer un acto protagonizado por actores y actrices que dieron cuerpo y voz a las obras teatrales de Buero Vallejo y que rememorarán su experiencia profesional como intérpretes de sus obras. Un encuentro para celebrar "la lucidez y la vigencia" de este destacado autor que "iluminó la escena con personajes en los que convivían la fuerza de lo simbólico, la crítica social y la mirada sobre la historia".

En el acto estaba prevista la participación de Carlos Hipólito, Beatriz Carvajal, Natalia Dicenta, Juan Carlos Naya y María Jesús Hoyos, mientras que Concha Velasco, Juan Ribó y Jaime Blanch iban a compartir sus recuerdos a través de un vídeo. Además se iba a proyectar un vídeo producido por el Cervantes con imágenes de representaciones de piezas del dramaturgo, bocetos de escenografías y fotografías del archivo familiar.