Kirk Douglas nació siendo "el hijo del trapero" y Michael Douglas siempre fue el hijo de una estrella de cine. Dos mitos unidos por un legendario hoyuelo en la barbilla y separados por el cambio generacional del Hollywood dorado de los grandes estudios al cine explícito y globalizado. "Siempre les he dicho a mis hijos que no tuvieron la ventaja que tuve yo de nacer en una pobreza miserable", afirmó en varias ocasiones Kirk Douglas, que en tan solo tres días cumplirá cien años.

Nacido Issur Danielovitch Demsky en Nueva York, hijo de emigrantes rusos, el patriarca de los Douglas tuvo que sudar tinta china para llegar a destacar en el cine, combatir en una guerra y, aun así, quedarse sin su Óscar en competición tras tres nominaciones por legendarias interpretaciones. Su célebre hijo, en cambio, nació rodeado de atenciones y con la vía libre en un Hollywood que le ha dado dos Óscar de dos nominaciones.

"Cuando te conviertes en una estrella, tú no cambias, pero todos los demás sí", decía Kirk Douglas. Al fin y al cabo, una de sus mejores películas, Cautivos del mal, era una cáustica crítica a los magnates de Hollywood y él mismo se arrepentía de no haber prestado atención a su familia.