El cineasta Paolo Sorrentino cree que "la idea de poder contiene en sí misma la corrupción del ser humano", una conclusión a la que llega tras retratar a la autoridad desde múltiples ángulos, como el económico, político o el espiritual. "Siempre ha sido así. Es una corrupción de los propios valores, una negación de dónde se proviene", señaló.