El diseñador libanés Elie Saab emocionó ayer en París a sus admiradores con una colección poética, inspirada en el clásico ballet romántico Giselle, cargada de tul, organza, plumas y terciopelo que dieron forma a los vestidos más delicados de la próxima temporada. Los tonos del anochecer colorearon esta línea con sombras violetas, azules y granates donde los tejidos dieron prueba del trabajo costurero de esta propuesta que, con la introducción del encaje, típico de la maison, se metió en el bolsillo a las amantes de las prendas más sensuales.

El desfile rockero en el que el creador presentó su última colección de verano se transformó en un recital de poesía, para una mujer misteriosa y algo melancólica que, cual bailarina de ballet, acompaña el estilismo con un discreto moño ligeramente cardado y una diadema, además de un discreto maquillaje ahumado en los ojos.

Los vestidos cortos tomaron vuelo mediante volantes y volúmenes, sobre los que se posaron minimalistas abrigos y capas con incrustaciones de lentejuelas bordadas.

Para rejuvenecer el estilismo, botas altas con efecto legging y pantalones fluidos se combinaron con americanas y chaquetas cortas en negro.

Bordada apareció también la flor de lis, estampado protagonista de la colección, que se materializó en detalles dorados y brillantes Swarovski en los encajes o sobre la muselina como símbolo de la trágica historia de belleza y sentimientos que narra Giselle.