El actor Eduardo Casanova ha querido lanzar "un canto a la libertad y a la decisión individual sobre cada uno, sobre el discurso y la forma física", en su primera película como director, Pieles, que tras su paso por la Berlinale se presentó ayer en la sección oficial del Festival de Málaga.

Cuando inició el proyecto, le movía una "rabia contra la sociedad" que se ha convertido "en fascinación y amor hacia el ser humano", según Casanova, que anima a "no juzgar ningún acto humano, porque todos albergan odio, rabia y amor, y no hay ningún sentimiento que sea totalitario en sus emociones, todas están dentro".

Samantha, que tiene el aparato digestivo al revés; Laura, que no tiene ojos, o Ana, con la cara mal formada, son algunos de los personajes físicamente diferentes e interiormente atormentados que, obligados por esta sociedad, han debido esconderse, recluirse o unirse entre ellos. El director asegura que no ha habido "ningún intento de provocación" por su parte, y si la película tiene éxito es "porque está hecha desde la libertad más absoluta" y no ha tenido "ningún límite" por parte de los productores. Sobre la estética, ha explicado que quería rodar con planos generales.