Antonio Banderas, que cerró ayer un círculo al recibir la Biznaga de Oro honorífica en el Festival de Cine en Español de Málaga, su ciudad, echó la vista atrás hasta sus inicios y aseguró que, cuando cierra los ojos, todo lo que le ha pasado en estos años le parece "un sueño". Lo hizo en la última jornada del festival en la que Verano 1993, de Carla Simón, se alzó con la Biznaga de Oro a la mejor película española, mientras Leonardo Sbaraglia y Nathalie Poza se hicieron con los premios actorales principales y el galardón al mejor director recayó en el colombiano Víctor Gaviria por La mujer del animal.

Banderas recibía un premio a su trayectoria, pero las primeras preguntas versaron sobre sus problemas de salud que le llevaron a estar ingresado hace unos días. El actor fue claro: "Sufrí un ataque al corazón el 26 de enero, pero tuve mucha suerte, fue benigno y no ha dejado daños en la patata, como dice mi hermano". "Me sometí a una intervención en la que se me implantaron tres stents en las arterias coronarias, y como sufría arritmias desde hace tiempo, de motu proprio me sometí a una termoablación, pero no ha sido tan dramático como se ha escrito", indicó y achacó lo ocurrido a que le metió "una paliza importante a la patata en los últimos 37 años" de su vida, y asegura que se encuentra "muy bien, con ganas de volver a trabajar".

Todo lo que le reconoció ayer el Festival "empezó a quince metros de aquí, en el Teatro Romano de Málaga, donde en los años 70 empecé a trabajar como actor". "Venía vestido de romano en un Vespino", recordó Banderas, que considera "extraordinario" ser profeta en su propia tierra y le causa una "emoción" con la que tiene "que tener cuidado estos días especialmente".

Sobre su llegada a Hollywood con Los reyes del mambo, rememoró que se alojaba en un hotel de Nueva York y, como no hablaba inglés, no se atrevía a llamar al servicio de habitaciones. "Debajo del hotel había una tienda de ultramarinos donde trabajaba uno que se llamaba Rodríguez. Le buscaba, le pedía mortadela y me comía un sandwich", indicó el actor que también tuvo palabras para Pedro Almodóvar, alguien a quien le debe "muchísimo", pero también un director "muy duro, con el que es muy complicado trabajar" porque un rodaje se convierte "en una especie de infierno creativo".

Banderas cree que lo mejor en su carrera "está por venir" y quiere volver a dirigir, algo que le gustó en las dos películas en que lo ha hecho, aunque entonces admite que quizás estaba "demasiado verde".

También sigue pendiente interpretar a su paisano Pablo Picasso a las órdenes de Carlos Saura para mostrar el proceso de creación del Guernica. "Se han salvado los problemas que había de derechos con un nuevo guión, pero no lo tengo claro. Me comprometí con Carlos con el anterior guión, que tenía un impacto emocional más profundo y un ritmo narrativo maravilloso para reflejar lo que ocurrió en esos 33 días en los que creó el Guernica", indicó Banderas, quien a preguntas de los medios también opinó sobre el nuevo presidente de EEUU. "Trump es un daño para Hollywood", y apuntó que "resulta difícil pensar que va a permanecer cuatro años en el poder". "Lo que da un poco de miedo es por qué la gente lo ha elegido, es un tema más complejo, de un desencanto general en el mundo con la política tradicional", indicó.

Horas antes del premio de honor a Banderas, el jurado daba a conocer el palmarés de este año. Carla Simón se alzó con el premio a mejor película ( Verano 1993) tras llevar a la pantalla la historia de su propia infancia y sus sensaciones cuando, con 6 años, murió su madre y fue a vivir con su nueva familia adoptiva.

Por su parte, Fernando Pérez ha mostrado en Últimos días en La Habana -mejor largometraje iberoamericano- aspectos de la realidad cubana como la homofobia, las dificultades de la vida cotidiana o el sueño americano a través de dos protagonistas, uno que aspira a huir a Nueva York y otro enfermo en una fase avanzada del sida. Este largometraje ha conseguido asimismo el premio a la mejor actriz de reparto, que ha recaído en la joven actriz cubana Gabriela Ramos, y el premio del público asistente a las proyecciones en Málaga.

La película con más premios del palmarés ha sido No sé decir adiós, de Lino Escalera, que se alzó con el premio especial del jurado; a la mejor actriz, para Nathalie Poza; al mejor actor de reparto, para Juan Diego, y al mejor guión, para Pablo Remón y Lino Escalera, según el fallo del jurado anunciado en la mañana de ayer.

El actor argentino Leonardo Sbaraglia, que ya había sido reconocido en esta edición del Festival con el Premio Málaga por toda su carrera, logra además ahora el premio al mejor actor por su trabajo en la cinta El otro hermano, dirigida por Israel Adrián Caetano. Sbaraglia confesó que su personaje en esta película que ofrece una metáfora sobre la crueldad y la sordidez en Argentina fue "sin duda" el más depravado de toda su carrera.

Como mejor director ha sido reconocido por el jurado el cineasta colombiano Víctor Gaviria por la película La mujer del animal, que ofrece un retrato de la violencia machista con toda su crudeza a partir de unos hechos reales ocurridos en su país en 1975. Este largometraje de Gaviria ha recibido además el premio al mejor montaje, para Etienne Boussac. Para el jurado, la mejor música es la compuesta por Pascal Gaigne para Plan de fuga.