Que si Russell Crowe mete miedo de lo que ha engordado, que si Brad Pitt asusta con su aspecto desmejorado por los kilos que ha perdido. Adele saca un esperado disco, pero lo que pita es que ha bajado 68 kilos (luego resultó que eran 30 y finalmente unos pocos). La gordura ha traído y trae de cabeza a todo el mundo. Gordos y gordas, más ellas que ellos, están siempre en el candelero. Pero no sólo en el del star system o la farándula, sino en cualquier escenario: en el pueblo, en el trabajo, en la escuela, en la tienda de la esquina? Y, cómo no, hasta en la política. Resulta que ha trascendido que Susana Díaz se ha puesto a adelgazar para merendarse a Pedro Sánchez.

Ella también ha caído, y eso que es famosa (y criticada al mismo tiempo) por pasar olímpicamente de su vestuario y aspecto, que dicen considera secundarios. Austera, clásica y sencilla son los calificativos que emplean para definir la imagen de la presidenta andaluza, a la que no le ha quedado más remedio que hacer caso de sus asesores y tratar de reducir esos kilos de más que, por lo visto, son un lastre para enfrentarse al esbelto y apuesto Pedro Sánchez, que a medida que avanza el proceso de primarias del PSOE pierde masa muscular, sobre todo en la cara.

Allá ella si cree que así ganará votos. Eso está por ver. Lo que sí logrará es acaparar la atención, porque para esto la gordura (tanto al alza como a la baja) no tiene competidor. Siempre hay algún comentario que hacer a los gordos, o más bien a las gordas, porque las mujeres en este caso (para bien y para mal) tienen más protagonismo. "A ti no te va a llevar el viento?", es lo que espetan los que quieren ir de buen rollo. "Cogiste algún kilo?", suelta la vecina prudente pero incapaz de contenerse. "Te estás poniendo como un foca", resumen sin miramientos la mejor amiga o los padres. "Siempre me gustaron las rellenitas", trata de consolar el novio cuyo eufemismo cae encima como una losa por bienintencionado que sea.

Todo esto cuando una gorda engorda más. Pero cuando adelgaza, la cosa no cesa. "¿No te estarás pasando?", increpan en el trabajo. "Anda, come algo, que vas a quedar chupada", insisten los padres. "Se te avinagra el carácter", critican el novio y los amigos. "Te quedó la cara chupada", describen en el mejor de los casos.

No hay manera. Por eso más vale ir por libre y asumir los hechos. "Toda la vida hubo gordos y delgados", es una frase que decían los abuelos para consolarte. Bendito resumen que bien vale para Russell Crowe, Brad Pitt, Adele o Susana Díaz. A esta última más le vale medir bien cuántos kilos bajar, porque no vaya a ser que a los militantes del PSOE les gusten más las rellenitas que los chupados de aspecto. O prefieran a un dirigente con personalidad, ajeno a los comentarios superfluos, pero inevitables.