Michael Haneke considera que no se puede describir la sociedad en la actualidad sin hablar de las redes sociales y por eso las utiliza en Happy End, un filme con el que se arriesga en la forma para analizar el autismo de la sociedad actual y con el que no convenció en el Festival de Cannes.

"Estamos inundados por informaciones que nos dejan sordos y ciegos y en realidad no sabemos nada", afirmó Haneke en la presentación de su filme, con el que compite por la que sería su tercera Palma de Oro de Cannes, tras las conseguidas con La cinta blanca (2009) y Amor (2012).

Haneke comienza y acaba su película con imágenes grabadas por un teléfono móvil y destinadas a las redes sociales, un ejemplo del cambio brutal del mundo en las dos últimas décadas. "Siempre había querido tratar ese tema, pero no es el tema principal del filme", dijo el realizador austríaco. " Happy End", agregó, "es sobre nuestra forma de vida, nuestro autismo". Una falta de empatía que caracteriza a todos los miembros de una familia. El abuelo George (Jean-Louis Trintignant), la hija Anne (Isabelle Huppert), el hijo Thomas (Mathieu Kassovitz) y la nieta e hija de este último, Eve (espectacular Fantine Harduin).