El Parlamento japonés dio ayer el visto bueno definitivo a la ley que permitirá que el emperador Akihito ceda el trono a su hijo, el príncipe heredero Naruhito, lo que se prevé que suceda hacia 2018 en la primera abdicación en este país en 200 años. La normativa fue aprobada por unanimidad en la Cámara Alta diez meses después de que el monarca de 83 años expresara, en un insólito mensaje televisado, su deseo de abandonar el trono por su avanzada edad y su salud delicada, un supuesto que la ley que rige la Casa Imperial japonesa desde 1947 no contempla.

En su alocución del pasado agosto, el emperador evitó referirse de forma directa a su abdicación o a cuándo tendría lugar, puesto que esa mención podría haber sido considerada como una vulneración de las limitadas funciones que le asigna la Constitución nipona. El Gobierno estableció un comité independiente que hasta abril compiló propuestas para la nueva ley, que establece, entre otras cuestiones, el título y trato a dar al emperador y a su esposa Michiko tras la abdicación, y la asignación de asistencia a la pareja tras abandonar el trono. Antes de ello, el Ejecutivo debe escoger una fecha de los tres próximos años para la entrada en vigor de la ley que propiciará la primera abdicación desde la del emperador Kokaku, en 1817.

Las opciones que se barajan son diciembre de 2018, cuando Akihito cumplirá 85 años y completará tres décadas como jefe de Estado, o principios de 2019.