"Abuela, ¿cómo tienes tanto flow?". Se lo pregunta su nieto en uno de los 300 vídeos de humor adolescente que lo han convertido en el instagramer de moda tras superar el millón de seguidores. Ella le responde cantando y bailando al ritmo de la pegadiza sintonía de chifty y le suelta un "claro que sí, guapi" que deja a cualquiera pegado a la pantalla a carcajada limpia. Ella se llama Flora Pedreira, va camino de los 80 años, y se ha convertido en la vecina más famosa de Baiona. Él es José Luis Vilar Gallego, conocido en la red como Golle GZ, cumple los 18 en un mes y ya no puede salir a la calle en cualquier punto de España sin que le pidan posar para un self ie.

Su complicidad ante la cámara del móvil los ha convertido en la pareja cómica del momento en Instagram en tan solo unos meses. ¿Cómo empezó todo? Golle se inició en esto de los cortos hace año y medio con sus amigos del barrio. "Grabamos cosas que nos hacen gracia, es un humor para nosotros", explica. Sus creaciones retratan escenas de instituto, anécdotas del amor, de la amistad...

Y claro, la familia también ofrece g ags muy interesantes en la vida de un joven estudiante. Así que un buen día decidió dar papeles a su abuela. No le costó mucho convencerla. "Me estuvieron mareando y dije que sí pensando que me dejarían en paz en cuanto tuviesen que repetir las tomas un montón de veces", recuerda Flora. Todo lo contrario. "Resultó que, cuando hay que repetir, es porque a ellos les da la risa", bromea la artista.

Y es que es "muy espontánea", alaba su nieto. Por eso insistió en ficharla. Por el momento son solo seis los vídeos que ella protagoniza, pero no descarta nuevas ideas. Flora ha interpretado a Gloria Escobar en una caricatura de la serie Narcos, a una jovencita con apariencia de mayor que espanta a los chicos, a una abuela del presente y otra del futuro... Todo sin rechistar. "Hago lo que me dicen. Me adapto al papel", comenta muy profesional. Eso sí, aclara que la indumentaria moderna y desgarbada que viste en los vídeos "no va" con su estilo. Y mucho menos el vocabulario que marca el guion. "Soy una señora y me hacen aparecer como un pingajo", bromea.

Pero lo hace por su nieto, del que está "muy orgullosa". Y también porque piensa que "esto no lo va a ver nadie". "Luego salgo a la calle y me encuentro con que la gente me conoce. Hay un grupo de niños simpatiquísimos que me gritan abuela molona, en el supermercado me hicieron corro, el carnicero me llama guapi... En fin", ríe.

Para ella es una actividad más, siempre divertida. Y para él, casi un trabajo. Cada corto tiene detrás horas de imaginación, grabación y montaje, que ha compaginado con los estudios a la perfección. Acaba de terminar el Bachillerato con una nota media de 8,5 y obtuvo un 10,3 sobre 14 en la selectividad. Se plantea centrarse en la actividad audiovisual el próximo año y ya prevé dar el salto a YouTube en unos días. Va a probar suerte con la venta online para ganarse la vida y ultima una tienda de merchandising de su marca, Oh fock, la coletilla que repite constantemente, tanto en la ficción como en la realidad. Arrancará con camisetas y gorras y quién sabe lo que vendrá después.

Lo de vender tampoco se le da mal. Ayuda en el almacén familiar de frutas y hortalizas y se ha puesto tras muchas veces tras el mostrador de un puesto en las ferias. Algunos clientes lo reconocen cuando lo ven y hasta le han gritado desde autobuses estando allí. Pero cuando más nota el peso de la fama es cuando viaja a Madrid o a Barcelona, donde se sitúa el mayor porcentaje de sus fans, que llegan hasta Argentina, Colombia, México y Chile.