El actor Luis Tosar repite bajo la dirección del director Dani de la Torre, con quien ya rodó El desconocido (2015). Y de nuevo, para rodar un thriller, aunque en esta ocasión estará ambientado en los años veinte. La sombra de la ley se rodará a partir del 12 de este mes entre Barcelona y Galicia, donde el equipo se trasladará el día 23 para grabar en más de ochenta decorados y localizaciones exteriores en A Coruña, Santiago, Lugo, Monforte de Lemos y Pontevedra. Se trata de una producción de la coruñesa Vaca Films, Atresmedia Cine y La Ley de Plomo A.I.E., en coproducción con FD Production (Francia) y con la colaboración de Atresmedia, Movistar+, Televisión de Galicia, Televisión de Catalunya y Canal Plus (Francia), con el apoyo de ICEC y Programa Media.

Con guión de Patxi Amezcua ( Atrapa la bandera, Séptimo), La sombra de la ley se inspira en hechos históricos y quiere ser el reflejo de la sociedad española de principios del siglo XX, representando a través de sus tramas y personajes la vida y conflictos de la época, según la productora gallega.

En el año 1921, España vive un momento agitado y caótico: son los años del plomo, fruto de los violentos enfrentamientos callejeros entre matones y anarquistas. El gansterismo y los negocios ilegales están instalados en la sociedad. En esta situación de disturbios y crímenes, Aníbal Uriarte es un policía enviado a Barcelona para colaborar con la comisaría local de policía en la detención de los culpables del robo a un tren militar. Aníbal y sus formas no encuentran mucho apoyo entre sus compañeros y enseguida comienzan los enfrentamientos y desconfianzas con el inspector Rediú, un superior corrupto.

Aníbal entrará en contacto no sólo con los bajos fondos de la sociedad barcelonesa, entre ellos, con un Barón alemán, un mafioso con importantes conexiones, sino también con el mundo anarquista más radical, dispuesto a todo para conseguir sus objetivos. Allí conocerá a Sara, una joven luchadora y temperamental, cuyo encuentro tendrá consecuencias inesperadas para ambos.

"Siempre he sentido fascinación por las películas de gánsters, por los alegres años veinte, la Ley Seca, sus luchas de poder, de corrupción y muerte. El arranque del siglo XX fue una época convulsa, llena de luchas sociales, sindicales y territoriales. De fondo, el jazz invadía los clubes de la ciudad y las faldas se recortaban por encima del tobillo: la discreción y el recato empezaban a pasar a la historia", afirma el realizador gallego.