La actriz italiana Monica Bellucci ha combinado en su carrera el cine comercial con proyectos que no lo son, un trabajo por el que ayer recibió el Premio Donostia del Festival de San Sebastián y que repetiría si tuviera que "retroceder" en el tiempo. "Haría lo mismo. A través de estas experiencias he aprendido muchísimo", aseguró la intérprete antes de recoger el galardón.

A Bellucci le resulta complicado elegir los títulos más importantes para ella de su filmografía, porque, incluso, películas que "no han ido a ninguna parte" han sido para ella "grandes experiencias". Pero para la proyección que tuvo lugar antes de la ceremonia de entrega eligió Bajo sospecha, de Stephen Hopkins, y Maléna, de Giuseppe Tornatore. De esta última recordó que el realizador italiano la llamó después de que deseara mentalmente trabajar con él tras ver Cinema Paradiso, algo que le ha ocurrido también con las secuelas de Matrix y otras propuestas. "A veces expresas un deseo y luego las cosas llegan", señaló la actriz, que, a propósito de Malèna e Irreversible, de Gaspar Noé, habló también del componente violento de algunos de los filmes que ha protagonizado.

"La dualidad entre la poesía y la violencia siempre ha formado parte de mi carrera. Algún día entenderé por qué he tomado algunas decisiones en mi carrera, de proyectos muy violentos y muy duros. Quizá en otra vida", ironizó la italiana, tras asegurar que su trabajo es una manera de conocerse "mejor" a sí misma.