Uno de sus grandes éxitos, Camino Soria, celebra ya sus 30 años, pero Jaime Urrutia no ha parado de trabajar en la música y continúa sobre los escenarios de todo el país para mostrar sus temas.

- Edi Clavo, su excompañero en Gabinete, acaba de publicar un libro sobre 'Camino Soria' ¿Le ha gustado?

-No lo he podido leer. Sólo un capítulo porque salió en El País, de cuando estuve a punto de tirarme de maletilla en Las Ventas. Ya lo lee-ré, tampoco tengo prisa.

- ¿Merece aquel disco que alguien le escriba?

-Supongo que sí. Si Edi lo ha he-cho, me parece muy bien, igual que me parece bien la reedición ahora del disco. Según dice la gente, no lo digo yo, es uno de los mejores dis-cos del pop español de todos los tiempos. Lo cual me enorgullece.

- ¿Qué tiene 'Camino Soria'?

-Tiene magia porque está hecho en un estado de melancolía. Me había dejado una mujer y nuestro saxo Ulises Montero había muerto unos meses antes. Ese estado se notaba en el disco, pero no es un disco triste. Hay canciones alegres como Suite nupcial o Tócala Uli, no hay muermo. La producción es muy buena, nos entendimos perfectamente con el productor Jesús Gómez y si lo oyes ahora suena tan fresco como en su época.

- ¿Ese aire melancólico acabó de enterrar la frivolidad de la 'movida'?

-Nosotros siempre nos quisimos distinguir de esa imagen frívola y lo hicimos bien. Éramos tres tíos muy adustos, serios, había gente que no nos aguantaba. Hicimos un disco de madurez, de sentirnos con poderío. Era un momento en el que estábamos sembrados, en el que todo te sale bien y todo te parece muy fácil. Con el tiempo te das cuenta de que llegar a un punto pa-recido a ese es muy difícil.

- ¿Fue la cima de su carrera?

-No, el punto más alto fue La culpa fue del cha cha cha. Digamos que fue la canción que nos hizo más famosos. Y ya con la imitación que nos hizo Martes y 13 no podía ni salir a la calle. Pero también es responsable de que el grupo empezara a tambalearse. Edi decía que era una horterada, que él creía en el rock. A partir de ahí hubo un bajón.

- ¿Aquella imitación de Martes y 13 les empujó hacia abajo?

-Sí, pudo ser el principio del final de Gabinete. Pero creo que hay que sentirse orgulloso de los buenos discos que hicimos.

- Sus últimos discos se vendieron bastante menos...

-Efectivamente. El último disco de Gabinete ( Subid la música) se remonta a 1998, y lo producía Te-lecinco. En los 90 estuvimos en tie-rra de nadie, pero era normal. Vino una nueva generación, la de los in-dies, que nos quita de en medio. Es lógica pura. Yo intenté aguantar todo lo posible Gabinete, pero llegó un momento que hubiera sido un error mantener el grupo, a pesar de la opinión de mis compañeros que por eso no me hablan. En la última época íbamos al local de ensayo y ya no nos divertíamos, no tenía-mos eso de querer hacer cosas jun-tos. Cada uno llegaba como un ofi-cinista, fichábamos, tocábamos dos horas sin hablar y nos volvía-mos a casa. Antes hubiéramos aca-bado y hubiéramos ido a hacernos unas cañas como un grupo de ami-gos. Después del éxito siempre vie-ne la hostia que te da el éxito.

- En el cómic La encrucijada, se relata muy bien el ascenso a la fama y posterior bajón de Seguridad Social.

-Casal es un tipo de puta madre. Mantenerse ahí 30 o 40 años, la única que lo ha conseguido es Alaska, porque es muy lista.

- ¿Y Loquillo?

-Quizá también. Son las excep-ciones que confirman la regla. Pero yo no puedo levantarme todos los días y creerme mi personaje y decirme a mí mismo qué bueno soy, como hace Loquillo. Yo llevo una vida muy normal, me salen galas y las hago. Pero he llegado a estar bastante harto de la música.

- ¿Piensa ya en la retirada?

-Antes quiero hacer un buen disco, y llevo tiempo intentándolo. Llevé unas cuantas canciones a mi compañía y me dijeron "no Jaime, podría estar mejor", y creo que llevaban razón. Me parece normal re-tirarse, lo hace todo el mundo. A lo mejor la música ya me lo ha dado todo. Aunque sé que la gente em-pieza a apreciarme de nuevo por mis canciones. No me faltan galas con un repertorio hecho hace va-rios años, pero me gustaría tener un repertorio nuevo con un nuevo disco. En ello estoy.

- ¿Qué queda del cuarteto de ¿Dónde estás? (con Loquillo, Bumbury y Andrés Calamaro)? En aquel vídeo se les veía muy amigos...

-Entonces lo éramos. Ahora no tenemos contacto. Bumbury me llamaba para tocar en su gira, y Ca-lamaro igual. Eran otros tiempos, compartíamos muchas cosas...

- ¿Qué es lo que más echa de menos de la época en que Gabi-nete era una de las dos o tres ban-das más populares de España?

-Lo bien que lo pasábamos. Éra-mos un grupo de amigos que tenía éxito y que trabajaba en lo que le gustaba. Sí, tengo nostalgia y es bo-nito recordar esos tiempos porque fuimos un grupo que lo hizo bas-tante bien, difícil de imitar y que quedó en buen lugar. Pero ahí están nuestros discos para quien le gusten.

- ¿Es injusto el público español con los que han sido sus ídolos?

-El problema es que el rock en España viene y va, o más bien hace tiempo que se ha ido. En los 80 hubo una época de grupos de rock. Cuando empezamos no teníamos medios y en unos años se hizo una infraestructura. Y aun así, tocába-mos en plazas de toros, que están hechas para los toros, no para la música. España era un país de co- pla y ahora es de reggaeton. No hay un público rockero, y el que hay está mal visto. Ahora está difícil ha-cer rock'n'roll. En Inglaterra o Es-tados Unidos lo han mamado toda la vida, pero aquí es una moda.

- Un compañero me pregunta-ba ayer si de verdad Gabinete eran fascistas. Creo que esa idea viene de su famosa presentación en Rock-Ola en 1981...

-No soy facha, más bien todo lo contrario. Pero veníamos influidos por el punk y mi amigo Eduardo Haro Ibars, que sabía mucho de rock, me dijo que teníamos que distinguirnos de los demás. Por eso en aquel concierto, que había 50 personas, dije eso de "Somos Gabinete Caligari y somos fascistas". Se tergiversó tanto que cuando íba-mos a tocar al País Vasco recibía-mos amenazas de bomba.