Solo: Una historia de Star Wars es un "gran tributo" al universo creado por George Lucas, señaló ayer en Cannes Ron Howard, el director de este nuevo episodio que bucea en la juventud de Han Solo, con Alden Ehrenreich en el papel que hizo famoso a Harrison Ford. Una saga que, pese a que ya han pasado 30 años desde el estreno de la primera película, continúan significando "no tanto como antes, sino incluso más", resaltó Howard horas antes del estreno mundial de su filme en el Festival de Cannes.

Para él ha sido un desafío creativo muy interesante e inusual porque se incorporó a la película tras la salida de Phil Lord y Christopher Miller, despedidos por Lucasfilm por diferencias creativas. Fue en cierta forma una ventaja para el realizador de El código Da Vinci (2006). "Podía ver lo que se había hecho antes, mantener las cosas que más me gustaba, experimentar con nuevas ideas y continuar trabajando con los guionistas y actores", explica. Y aunque este encargo se convirtió en una cinta "muy personal", reconoce que las huellas de Miller y Lord "están en toda la película".

Un filme que se centra en el personaje de Han Solo de joven, al que interpreta Ehrenreich, que se hizo popular por una pequeña y celebrada aparición en Hail, Caesar!, de los hermanos Coen. Le llevó seis meses y seis pruebas de pantalla conseguir el papel de uno de los personajes más queridos del universo Star Wars, una responsabilidad que acepta pero que no le ha condicionado en su trabajo. "Siempre sientes responsabilidad con cualquier papel, es tu trabajo", reconoce tranquilo en una entrevista sobre su trabajo en esta segunda entrega del universo derivado de Star Wars, tras Rogue One: Una historia de Star Wars (2016).

Además contaba con la bendición de Ford, que expresó todo su apoyo al proyecto antes de empezar el rodaje. Y una vez acabado y antes de su estreno, el actor que interpretó a Solo en la trilogía original ya ha visto dos veces el filme y estaba encantado con el resultado.

"Está muy implicado y eso significó mucho para mí y para toda la gente que está en el proyecto", explicó Ehrenreich, para quien las escenas de acción fueron lo más complicado, porque no las había hecho antes y por la exigencia física que suponían, aunque también fue "muy divertido".

Un esfuerzo que mereció la pena para encarnar a un personaje que era un ídolo para este californiano de 28 años, que cuando era pequeño tenía todas las figuras de los protagonistas de Star Wars y que califica de "increíble" la experiencia, aunque trata de mantener la emoción contenida. Pero le sale un poco el niño que fue cuando habla de cómo era rodar escenas con Chewbacca, el inseparable y peludo amigo de Han Solo. "Chewi es genial", señaló ayer a los medios de comunicación.