El músico bonaerense de 53 años llegó a Madrid con 16, arrasó con el potente rock de su banda, 'Tequila', en la España de la transición; maduró con 'Los Rodríguez' y siguió un productivo camino en solitario al que ahora suma nuevo disco: 'La huesuda'. Emotivo, sensible, vivió una juventud "intensa", con "novias y amantes", y se casó el pasado año con la madre de sus dos hijos, con quien forma "un buen equipo" desde hace dos décadas.

Su nuevo disco se ríe de la muerte a ritmo de corrido mexicano: "La huesuda es una bella dama que te lleva a la perdición", explica el músico. Pero ¿Cuántas mujeres le han hecho a él perder los papeles? Riendo, Ariel Rot asegura que ninguna, aunque sí le han inspirado más de una canción. "Liarte con una mujer que tiene más problemas que vos conlleva riesgos, pero en mi caso lo bueno de la experiencia es que acabas componiendo".

Inquieto, hace años que ha ido experimentando más allá de sus electrizantes riffs de guitarra. Su carrera en solitario se ha nutrido de textos íntimos, irónicos, arropados por blues, swing, jazz y ritmos calientes. En 'La huesuda' reflexiona sobre la pasiones, las pérdidas, la vida. Y por aquello del equilibrio, compensa esa faceta con toda una fiesta rockera, su gira estival 'Uno de los nuestros', con los colegas Loquillo y Leiva.

Hace más de tres décadas que fue ídolo adolescente, cuando las fans encendían los conciertos de Tequila. "Yo sentía que se creaba una especie de contagio, de ver quién era la que más gritaba o más pelos nos arrancaba". Un fenómeno esencialmente femenino. "Es un poco como para los hombres ir al futbol, un desahogo en grupo". Dice que no profundizaba con las fans. "Quizás algún encuentro fugaz, pero ninguna de ellas se instaló en mi vida. No nos parecía un juego limpio, de igual a igual. Preferíamos, tras la actuación, ir a otros lugares con otro tipo de mujeres".

Fue una etapa intensa, reflexiona desde su estatus actual, de padre y esposo. ¿Nostalgia? "No, no. Digamos que estoy en otra etapa de mi vida. Es como si viene alguien a casa, le ofreces algo para picar y te dice: no, gracias, que ya comí. Ya he tenido suficientes aventuras. Bueno, nunca se sabe, ¡aún soy joven!", bromea.

Hoy, su realidad es otra. Forma un buen tándem, "una célula de supervivencia" con Mar, ejecutiva discográfica. Veinte años "sin intermitencias, con alguna crisis... Pero desde que tenemos a Mateo y Valentina, de 11 y 8 años, somos una familia muy estable".

Se ve poco romántico, pero sí con una "acentuada parte femenina, fácil de emocionar", desde la infancia, cuando su gran amiga era una niña, o compartía las visitas de las amigas de su hermana Cecilia.

Ahora, saborea su paternidad "tardía", "una de las responsabilidades más dulces que existen". Una decisión que surgió una noche de fin de año, "caminando hacia casa, de madrugada, bastante colocados, mi mujer me dijo: ´Deberíamos tener un hijo.´ Y le respondí: ´Vale, ¡ok!´", así, sin más. Una buena idea: "Yo me sentiría muy incompleto sin esa parte".

Percibe diferencias genéticas entre sexos, aunque "es más lo que nos une". Pero en general, "las mujeres razonan mejor, tienen más claros los valores, son más sensatas. El hombre es más impulsivo".

No cree que ellas sean más complicadas, "hay hombres muy herméticos". Y es crítico con su sexo: "El patrón machista responde más a todo lo que detesto de la humanidad: la vulgaridad, la agresividad, la violencia, el avasallar. Es más incivilizado. Excepto mis amigos, claro€ Yo elijo bien!".

¿Qué le seduce de una mujer? "En realidad, te fijas en lo que cada mujer quiere, ella conoce sus armas y es lo que enseña. Hay mujeres que tienen un buen lejos y un mal cerca -dice riendo-. A veces apuras el paso para mirar a alguien, por cotillear, y te llevas una decepción". Su mujer le enamoró "poco a poco. No fue una cosa de esas desquiciadas".

La convivencia es difícil, piensa, aunque en su caso son unos privilegiados. Los viajes de ambos, las giras, les oxigenan. "Somos muy independientes y cada uno tiene su tiempo de soledad. Hay parejas que deben convivir de un modo mucho más desgastador".

El músico asume la mayor parte de la intendencia doméstica. "Yo paso más tiempo en casa, así que diseño el menú, hago la compra. Me gusta, me inspiro mientras lo hago, caminando, en bici....".

Reconoce que cuando hay divergencias en cuanto a los hijos, por ejemplo, suele ganar su mujer. "Es más estricta. Yo soy más blando. Y al final su método funciona así que... mejor me callo". Aunque a veces le incomoda el "exceso de sensatez. Yo soy más improvisado". Pero lo que más le irrita de las mujeres, sin duda, "es un tópico: las esperas. Para arreglarse y todo eso€ Ahí suele haber fricciones. Soy muy pesado con eso. Es que me pregunto: ¿pero para qué hacéis tantas cosas?".