Su padre, Fernando Guillén, tenía 80 años cuando falleció en el 2013. Pero vive. Va a verlo al cementerio, coloca fotografías suyas cuando hay una reunión, le enseña los guiones que le proponen o las notas de su hijo Leo, quien lo ve junto a su madre en las noches estrelladas de Madrid. Para Leo, que tiene 11 años, el abuelo es ahora una de esas estrellas, como explica en ´Los abandonos´, el libro que acaba de publicar en La Esfera de los Libros.

Cayetana Guillén Cuervo (Madrid, 1969) comenzó a escribir el libro para despedirse de su padre, que murió víctima de un cáncer en un proceso que fue lento y doloroso. "¿Esto qué es?", preguntaba la actriz, periodista y presentadora. Su padre deseaba una muerte dulce y no la tuvo, pese a que lo dejó escrito en su testamento vital. Y esto atormentó a Cayetana, quien prefiere hablar de abandono o pérdida antes que de muerte.

¿Qué ha significado su padre en su vida?

Es uno de los tres hombres de mi vida. Ha significado amor sin juicio. Amor por la formación del individuo, por la importancia del punto de vista del sentido crítico de mi vida.

¿Qué ha aprendido con su muerte?

Que esto se acaba, que es de verdad que te vas, que a pesar de tanto esfuerzo no hay piedad ni una segunda oportunidad.

Dice su epitafio: "Te llevas lo que dejas". ¿Qué se llevaría hoy?

Lo que dejó; mucho amor. Siempre una sonrisa, siempre una solución.

Teme más a la vejez que a la muerte y cree que la soledad es un sentimiento que no hay quien lo calme. Le gustaría morir bien, sin dolor físico, con amor.

Usted no es creyente, pero ¿cree que hay un más allá? ¿Que hay algo después de la muerte?

La energía es poderosa, y la naturaleza, también. Creo en la fuerza de los seres humanos y del universo al que pertenecemos. Somos tan pequeños, y tan grandes a la vez. Creo en el amor, es el único que nos cura; lo que nos salva.

¿Que es para usted la vida?

Un camino complejo en el que tu actitud marca tu destino. Las cosas son, y lo que nos diferencia es cómo las afrontamos. La vida es un misterio.

Si supiera que mañana es el último día de su vida, ¿qué haría? ¿Cómo lo pasaría?

El último día de mi vida lo pasaría con Omar y Leo, con mi pareja y con mi niño, eso casi todo el día. También pasaría parte del día con mi madre y mis hermanos y con mi perrito Lobo, y otra parte del día, con mis ¬íntimos amigos; haría así un recorrido por la gente que más quiero.

¿Qué le hubiera gustado hacer y ya no podrá porque no tendrá tiempo?

Saber siete u ocho idiomas me hubiera gustado y ya no tengo tiempo, no lo tengo por todas las cosas que tengo que hacer también a la vez, porque si sólo me dedicara a eso, pues quizás sí. Eso, y también tocar un par de instrumentos.

¿Qué aconsejaría a los que se quedan?

Les aconsejaría que no se enfaden; que enfadarse es una pérdida de tiempo.

¿Cómo diría que fue su vida?

Diría que fue una vida intensa, divertida, llena de amor y con grandes sueños cumplidos.

¿De qué está más orgullosa?

Estoy muy orgullosa de mi hijo Leo y estoy muy orgullosa de haber sabido poner el foco en dos cosas importantes y no haberme distraído, que son mi profesión y mi familia.

¿Se arrepiente de algo?

Me arrepiento de tomarme las cosas a veces con poca distancia o con demasiada intensidad. Me arrepiento de tomarme a veces las cosas demasiado en serio.

¿El mejor recuerdo de su vida?

Adoro los recuerdos que tienen que ver con los veranos, todo lo que me recuerda al verano.

¿Cuál sería el menú de su última cena?

El menú de mi última cena sería lo que le hiciera ilusión a mi niño; sería algo así como una hamburguesa con patatas fritas, o unos burritos o solomillo Wellington.

¿Se iría a dormir?

No sé si me iría a dormir, me abrazaría a mis chicos, intentaría vivir el momento de estar con ellos e intentaría que fuera sin dramas, porque si no, puede ser muy angustioso.

¿Cuál sería su epitafio?

Mi epitafio sería: "Te llevas lo que dejas".

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