La inspiración industrial y militar impregnó hoy las colecciones para la próxima primavera-verano del portugués Felipe Oliveira Baptista y de las firmas francesas Guy Laroche y Alexis Mabille, en la Semana de la Moda de París.

En vísperas de una retrospectiva de sus diez años de carrera en el Museo del Diseño y de la Moda (MUDE) de Lisboa, Oliveira Baptista presentó un "prêt-à-porter" austero, de gabardinas construidas como saharianas, simetrías de bolsillos y cortes rectos a diferentes alturas.

Quien también es director creativo de Lacoste, ha querido deconstruir y feminizar algunos elementos del uniforme militar, porque "son prendas que han sido diseñadas por su función y no por su estética, con lo que los códigos son muy fuertes", explicó a Efe tras el desfile.

Oliveira Baptista considera que su colección tiene un "espíritu un poco nómada y al mismo tiempo muy urbano", lo que se refleja en una paleta de color que evoca "un viaje por el desierto", al oscilar del "blanco óptico, el blanco arena, el azul cielo, el azul Majorelle o el tuareg".

Guy Laroche recorrió una nueva era industrial con diseños galácticos para la próxima primavera-verano, inspirados en películas de ciencia-ficción como "Metrópolis", de Fritz Lang, o "Gattaca", de Andrew Niccol.

"Quería algo muy orgánico, muy futurista, explorar nuevas maneras de crear una prenda", explicó a Efe Marcel Marongiu, director artístico de la firma, tras mostrar sus creaciones.

El secreto de una colección que fue recibida con aplausos se esconde en una nueva manera de trabajar los materiales: la seda hinchada es el nuevo neopreno y permite unir las piezas por fusión con calor, como confesó Marongiu.

El resultado es un volumen de líneas rectas con contoneo rítmico que se apodera de faldas cortas con vuelo y volantes, gabardinas y vestidos globo, en una sinfonía de grises, mostaza, esencia de rosa, blanco y negro.

Guy Laroche, que habitualmente se dirige a una mujer muy femenina, se ha dejado tentar por una tendencia que se infiltra cada vez más en las casas de moda: la integración del guardarropa masculino.

El pantalón negro -de cintura muy alta y, en ocasiones, con faja- y la camisa blanca -con una versión de doble botonadura- rememoran al hombre de negocios, mientras que un mono con una cremallera dorada evocan al mecánico.

Alexis Mabille coincidió con él en esta mirada hacia el universo profesional, con una colección de "prêt-à-porter" de botas camperas con flecos y tacón, pantalones ajustados con una fina raya lateral y petos en azul marino, que resucitaron a Rosie the Riveter, icono estadounidense de la mujer que se incorporó al mercado laboral durante la Segunda Guerra Mundial.

El diseñador francés vistió la primavera principalmente de azul industrial, caqui militar, amarillo oro y beis explorador. Convirtió en protagonistas a los accesorios como el pañuelo anudado a la cabeza, los rígidos brazaletes, los enormes cinturones y los macutos al hombro.

Los "tops" cuadrados se enfrentaron a las blusas abiertas que dejaron al descubierto el sujetador, los piratas volvieron con fuerza y las capuchas cubrieron el pelo.

El belga Dries Van Noten frunció los volantes para desordenarlos por el cuerpo en todo tipo de tamaños y conseguir así dar volumen a vestidos o delimitar partes concretas.

Las borlas asumieron la parte bohemia de una colección de inspiración oriental, desde las sandalias con plataforma de zueco, hasta las reminiscencias del quimono en chaquetas y pantalones, pasando por los bordados de flores.

Los paneles dorados de franjas horizontales y las notas en directo de una guitarra eléctrica fueron el telón de fondo del desfile que se celebró en el distrito trece de París, en las inmediaciones del Sena.

La pedrería y el encaje ensalzaron una colección primavera-verano que trabajó el color, como quedó patente en sus contrastes negro-rojo, sus explosiones doradas y su juego de blancos.