"La vacuna contra el virus VIH es la más buscada hoy y a quien la encuentre le darán el premio Nobel. A veces, en nuestro mundo occidental se olvida esta gran epidemia, que el sida es la causa de mortalidad más importante en el mundo". Así resume la importancia de la vacuna contra el virus del sida, el VIH, Josep M. Gatell, jefe del servicio de enfermedades infecciosas del hospital Clínic de Barcelona y uno de los principales investigadores de la vacuna en España.

La pandemia que recuerda tiene un terrible balance: 30 años después de aparecer el VIH, se estima que ha infectado a unos 75 millones de personas, y que aún conviven con él unos 35 millones. Sólo el año pasado causó 1,6 millones de muertes. Dos de cada tres infectados residen en países donde la epidemia sigue siendo letal. La agencia de las Naciones Unidas para el Sida (Onusida) destacaba hace unos días el descenso de nuevas infecciones, pero son 2,3 millones al año. Así que la epidemia sigue activa en países pobres y ricos.

Las personas infectadas, si reciben tratamiento antirretroviral (cuanto antes, mejor), mantienen el VIH controlado; apenas enferman, pero esa medicación debe tomarse de por vida y presenta toxicidad e interacciones. Además, es cara.

Ante este panorama, es lógico que se vuelque la esperanza en una vacuna que proteja de la infección (preventiva) o bien en lo que se llama vacunas terapéuticas, que eliminen el virus en los infectados. ¿Por qué cuesta tanto dar con una? El virus se conoce bastante, su genoma se ha secuenciado, y se estudian sus estrategias, por ejemplo, cómo entra en las células, lo que se intenta aprovechar para atacarlo, reconoce Bonaventura Clotet, que dirige el Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa, ubicado en el hospital Germans Trias i Pujol de Badalona.

"En la vacuna se invierten muchos esfuerzos y dinero (miles de millones) en el mundo, pero el VIH es peculiar. El virus de la gripe varía con gran facilidad, por eso su vacuna se renueva cada año. El VIH tiene 10.000 veces más variabilidad, por eso es difícil encontrar una vacuna, habría que renovarla cada día", explica Gatell. Y, pese a todo, tanto Gatell como Clotet u otros expertos creen que se hallará la vacuna. No se atreven a ponerle fecha, pero la ven al alcance, pues dicen que hay aspectos para ser optimistas.

Estos avances, así como los obstáculos, se debatirán en un congreso internacional, AIDS Vaccine, que se celebrará entre mañana y el jueves en Barcelona, con la participación de destacados investigadores.

Decenas de grupos médicocientíficos trabajan en vacunas. Louis Picker, uno de los mayores expertos, ha obtenido en EE.UU. buenos resultados en pruebas con el virus del sida de simios al conseguir que células del sistema inmunitario de macacos destruyan las células que tienen infectadas por el virus. Pero necesitará dos o tres años para probarlo en humanos.

Sólo dos estudios de vacunas están en fases avanzadas de ensayo (fase II, ni siquiera la última, fase III) y aún, recientemente, se ha interrumpido uno del Instituto Nacional de Salud de EE.UU. porque no se obtenía eficacia. Es otra muestra de lo difícil del propósito. En los últimos años, se han realizado centenares de estudios, pero casi ninguno llegó a fase III. En uno, se probó una vacuna con más de 16.000 pacientes en Tailandia. Reveló una eficacia del 31% y se decidió que era poco y había que reenfocar la estrategia. Se ha hecho combinando varios estudios (está ahora en fase II).

Ese ensayo en Tailandia "demostró que la vacuna preventiva será posible, pero que aún queda por hacer", dice Gatell. Clotet añade que, aunque se vean como fracasos, "de los ensayos fallidos, hemos aprendido". Han servido, detalla, para afinar en los vectores (vehículos) que transportan la vacuna al interior de las células; se ha aprendido a hacer combinaciones en la estrategia de preparar o estimular el sistema inmunitario y reforzarlo; se ha identificado qué inmunógenos (el elemento de la vacuna que induce la respuesta inmunitaria) dan mejor resultado€

Hace unos años, Gatell y Clotet decidieron sumar los esfuerzos investigadores de sus equipos en el Clínic-Idibaps e IrsiCaixa en el programa Hivacat de investigación de la vacuna del sida, respaldado por la Generalitat de Catalunya, Esteve, la Fundació Clínic y la Obra Social La Caixa -sólo esta ha invertido más de 10 millones en 10 años en investigación y prevención del sida en este y otros programas y su estandarte es IrsiCaixa-. Hivacat, codirigido por los dos médicos catalanes y con el que colaboran otros investigadores del mismo ámbito en España, se ha situado en la primera división mundial en la investigación de la vacuna.

En el programa se trabaja en una vacuna preventiva con un inmunógeno que estimula la inmunidad celular, diseñado por el investigador de IrsiCaixa Christian Brander, director científico del Hivacat; otra vacuna (preventiva) que estimule los anticuerpos neutralizantes del virus y en vacunas terapéuticas: el equipo del investigador Felipe García coordinará un proyecto europeo para desarrollarlas a partir de células dendríticas (del sistema inmunitario).

La más desarrollada es la vacuna de Brander. Ha dado resultados prometedores en ratones y se ensaya en chimpancés en EE.UU. El objetivo es testarla en humanos. La investigación precisa una inyección de tres millones de euros que permitiría culminar esta fase en el 2016. "Hemos encontrado una vacuna que se ve eficaz en animales y necesitamos avanzar en las pruebas", señala Clotet.

Cuando una persona se infecta con el VIH, el sistema inmunitario pierde capacidad de actuar contra el virus, que lo va destruyendo. Hay que introducir un inmunógeno -basado en el mismo virus- que incite (o refuerce) la respuesta de esas células del sistema inmunitario para que destruyan las células infectadas y para que el organismo produzca anticuerpos que neutralicen el virus. La vacuna del VIH debe ser además eficaz contra las mutaciones que presenta el virus.

Brander explica que la filosofía de su vacuna es que "más no es mejor". A partir de años de investigación, concluyó que la vacuna sólo debía incluir partes relevantes del VIH, que si se les ataca sean algo así como sus talones de Aquiles. Y, como son partes básicas, se mantienen cuando el virus muta. Así se espera que la vacuna reconozca al virus aunque vaya mutando. Ensayos que se basaban en todas las proteínas del VIH no obtuvieron buen resultado. El cambio de estrategia es pues radical. Y por ella están apostando diversos grupos.

Para elegir las partes relevantes del virus, en Hivacat se analizó, en mil personas, las respuestas de sus sistemas inmunitarios. Esos segmentos de virus se han insertado en fragmentos de ADN para formar una especie de gen artificial que en la vacuna desencadene la respuesta de las células del sistema inmunitario. Tras los primeros resultados, se querría testar que la vacuna no sea tóxica y probarla en infectados para ver si hay buena respuesta inmunitaria. Se empezaría así planteando la vacuna como terapéutica, aunque si demostrara eficacia se podría desarrollar como preventiva.

En los infectados por VIH, si se detecta pronto la infección y se les da tratamiento antirretroviral, el virus desaparece de la sangre, la carga viral es casi indetectable, pero se ha visto que queda latente en algunas células -si se interrumpe el tratamiento, no tarda en volver a extenderse-. Y es que con el VIH todo se complica. No se sabe, por ejemplo, si las células donde se esconde se muestran de manera suficiente (expresan antígenos) para que la vacuna las reconozca o si habría que administrar un fármaco para despertar el virus y hacer bien identificables esas células. En estas diferentes estrategias se trabaja: si hay que despertar o no el virus en sus reservorios; si bastaría la vacuna por sí sola o se debe administrar con tratamiento antiviral; si se podría combinar la estimulación de la inmunidad celular con la generación de anticuerpos que neutralicen el virus de manera que se garantizara la protección de personas sanas ante el VIH.

Los anticuerpos han sido, apunta Gatell, otro gran obstáculo (junto a la mutación del virus) para que en todos estos años el éxito se haya resistido. La mayoría de las vacunas (del sarampión, polio, gripe...) se basan en que el organismo genere anticuerpos contra el virus. Pero no se veía cómo hacerlo con el VIH y por eso se ha estudiado los mecanismos para estimular o reforzar la respuesta del sistema inmunitario mediada por células. "Pero en los últimos años, igual que para hacer frente a la variabilidad del VIH se ha buscado sus regiones que más se conservan, la investigación ha despejado también el camino de la estimulación de anticuerpos", dice Gatell. En ello trabajan Eloísa Yuste en el Clínic y Julià Blanca en IrsiCaixa.

A la vez que desarrolla sus vacunas, Hivacat ensaya con 24 pacientes una diseñada por científicos de la Universidad de Oxford. Tiene similitud con la de Brander en que también incluye en su inmunógeno partes mejor conservadas del virus. Usa como vehículo para adentrarse en las células adenovirus de chimpancés.

Esta vacuna se prueba con personas recién infectadas por el VIH (la edad media son 40 años), reclutadas, en este caso, en el BCN Checkpoint, un centro de Barcelona que hace la prueba del sida y está gestionado por la entidad Projecte del Noms-Hispanosida. Son personas como Francesc, Jordi, Emilio o Zoe (la única participante femenina) que se contagiaron todos por transmisión sexual, se habían hecho el test en otras ocasiones y, al dar esta vez positivo, compartieron la misma primera reacción: "No me lo podía creer, te preguntas una y otra vez, por qué yo€ Eso de que te infectas por ser promiscuo o irresponsable no es cierto. Al menos, no es mi caso, pero un descuido lo tiene cualquiera, ¿o es que el riesgo cero existe?", resume Francesc.

Todos entraron en el ensayo cuando se estima que llevaban unas semanas o pocos meses infectados (cuanto más reciente es la infección, menos ha destruido el virus las defensas del organismo), y se les administró la primera dosis de vacuna a los seis meses de iniciar la terapia antirretroviral.

Mientras dura el ensayo (seguramente, igual que si no participaran en él, gracias a la medicación) llevan una vida normal y sin síntomas de enfermedad. Lo único, parece que aún imborrable para los seropositivos, es que son muy cautos a la hora de explicar que son portadores del VIH por miedo al rechazo social, a consecuencias laborales... "Aún hay mucho estigma social, hacer comprender la infección es un proceso largo", corrobora Beatriz Mothe, médico e investigadora que dirige el ensayo en IrsiCaixa, en el hospital Germans Trias i Pujol (12 pacientes son tratados aquí y 12 en el Clínic).

"Si no estoy enfermo, no debo cogerme bajas€ ¿para qué contarlo? No es como hace 20 años, pero aún hay mucho desconocimiento y recelo", justifica Emilio -todos han pedido que no se dé su nombre real para mantenerse en el anonimato-. Algunos ni lo han contado a sus padres. En los casos en que sí han informado a algunos allegados, la mayoría "no se lo cree, pero lo acepta bien", coinciden.

Los seropositivos se implican mucho en el ensayo. "Si puedo poner un granito de arena y ayudar a buscar la vacuna...", dice Francesc. "Al menos, que salga algo positivo de mi infección, que sea una oportunidad para la sociedad", añade Jordi. En el ensayo se espera tener resultados a partir de agosto del 2014 (aunque entonces deberán hacerse más pruebas). Si se corroboran los buenos resultados iniciales, el estudio de Oxford ayudaría a determinar aspectos de la vacuna catalana, como qué vector usar, y la experiencia serviría para futuros ensayos.

Todos los seropositivos del ensayo destacan la importancia, mientras se logra una vacuna, de que el tratamiento antirretroviral sea accesible para todos o muchos no podrían pagarlo (cuesta unos 900 euros al mes). Esta es otra razón para buscar vacunas que permitan, si no proteger de la infección, al menos, retirar la medicación de por vida al mantener controlado el virus o erradicarlo. Es una idea casi tan esperanzadora como prevenir el contagio, una investigación en que Hivacat ha sido de los pioneros.

La ventaja de estas vacunas terapéuticas además es que se puede constatar enseguida si hay respuesta inmunitaria probándolas en unas decenas de seropositivos. En cambio, las preventivas, al tener que ensayarse con población sana e infectada para comparar si protegen del virus, requieren miles de participantes, mayor complejidad logística y costes más elevados, recuerda Clotet. Algo que no está al alcance de laboratorios públicos españoles y menos en época de recortes presupuestarios. Con todo, el médico e investigador asegura que "si nuestra vacuna funciona como terapéutica, podría formar parte de una preventiva y seguramente algún laboratorio farmacéutico se interesaría por ensayarla".

Para una vacuna preventiva del VIH, hay otros aspectos que resolver, como concretar qué tipo de respuesta inmunitaria habría que generar para que proteja de la infección. O, cuándo se halle, habrá que decidir cuestiones como a qué población vacunar. Queda mucho camino por recorrer. "Yo creo que nosotros estamos bien encaminados con tres candidatas razonables y en dos o tres años (antes si consiguiéramos más recursos económicos) se podrá ver de manera más palpable", dice Gatell.

De todas las vacunas se hablará en el congreso de Barcelona. El encuentro en sí ya es un reconocimiento a la investigación que se hace en España, pues se celebra sólo en lugares donde hay grupos investigadores potentes (se realizó en Boston, Bangkok€). Esta edición es la que ha reunido a más participantes (1.000) y comunicaciones (500). El congreso lo organiza Global HIV Vaccine Enterprise y, en esta edición, Hivacat.