Las altas temperaturas que se están registrando en lo que va de invierno está propiciando una reactivación de algunos cuadros alérgicos al polen cuya sintomatología, en algunos casos, puede confundirse con la de los resfriados propios de esta época del año.

"Este año parece que la alergia no va a dar tregua", ha reconocido en una entrevista a Europa Press Francisco Feo, miembro del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), que reconoce que la climatología que se está registrando desde noviembre, con temperaturas "moderadas e incluso altas para esta época del año", ha modificado la exposición al polen de muchos pacientes.

El polen propio de estos meses es el de cupresáceas, especialmente arizónicas, que era casi anecdótico hace unas décadas y procede de los setos de muchos jardines urbanos.

Y esta temporada, según ha explicado este experto, lleva activo desde la segunda quincena de noviembre y por las temperaturas registradas es probable que ya se prolongue hasta marzo e incluso pueda enlazar con el de las gramíneas o el del olivo.

"En la segunda quincena de noviembre y en la segunda de diciembre se reactivaron muchos pacientes, que venían a las consultas preguntando si se trataba de un polen nuevo", ha reconocido Feo, que apunta que en algunas ciudades se han alcanzado los 500 granos por metro cúbico de aire, y "a partir de 100 los pacientes ya están con síntomas".

El problema de este polen es que difiere del que se registra en primavera, ha apuntado este experto de SEAIC, que se caracteriza más por una clínica muy intensa con picor de ojos, nariz y estornudo.

En cambio, el polen de arizónicas provoca más obstrucción y bloqueo nasal, "lo que le da cierta similitud a un catarro propio de esta época y a los pacientes les induce a confusión, a pesar de que el tratamiento es muy diferente en ambos casos".

De hecho, el alergólogo pide prestar atención a la sintomatología, ya que el catarro causa más dolor de garganta y muscular, congestión o fiebre; y la duración, dado que el catarro se prolonga durante 5 y 7 días, mientras la alergia dura varias semanas. Además, alerta del riesgo de la automedicación ya que "mientras el tratamiento del resfriado es sintomático, en la alergia con el tratamiento adecuado se consigue el control del proceso para reducir la inflamación y que el polen no continúe actuando".

El doctor Feo cree que la fuerte presencia de arizónicas en algunas ciudades hará que en algunos casos la alergia a su polen alcance "incluso más relevancia que la posterior alergia a gramíneas". Además, ha reconocido que en el caso del asma, la respuesta alérgica provoca una inflamación bronquial que hará que la sintomatología sea "prácticamente perenne".

Además, ha reconocido que en estos últimos meses ha influido en la actividad alérgica la contaminación ambiental, que "también causa inflamación bronquial, acaba dañando al bronquio y hacen que la respuesta asmática sea más intensa".

Del mismo modo, también afecta a la planta y hace que los pólenes que generan sean más agresivos. De hecho, en algunas cupresáceas se han descrito algunas sustancias alergénicas que son exclusivas de zonas expuestas a contaminación y cuándo se recolecta en zonas rurales no está presente.

Ante esta situación, el experto de la SEAIC anima a los alérgicos a iniciar el tratamiento cuanto antes en el momento que aparezcan síntomas. "A veces existe el concepto de que no hay que tratarse hasta que uno esté muy mal, pero si se toma desde el principio va a prevenir los síntomas en caso de que haya un ascenso brusco", ha indicado.