Cada mes de marzo, entre el día 15 y el 18, el presidente de Inditex, Pablo Isla, sale de la habitual discreción que reina en la casa y dedica una mañana a analizar la marcha de la multinacional durante el año anterior; primero, con los analistas bursátiles y luego, con la prensa regional, nacional e internacional. El ritual incluye que Isla se siente un par de minutos a la mesa de los periodistas gallegos para saludar y pida un cortado que casi nunca le da tiempo a terminar. Lo habitual en la última década es también que los resultados del grupo superen cualquier expectativa y sorprendan con alguna de sus magnitudes (ventas o beneficio) creciendo a doble dígito. Quizás por eso, hay otro ritual anual: que tanto analistas como periodistas tienten a Isla a ponerle un techo al crecimiento hasta ahora imparable del grupo que preside. Su respuesta es siempre la misma: Inditex todavía tiene un potencial de crecimiento "significativo", uno de sus términos preferidos.

La multinacional de Arteixo también cumplirá pronto quince años. En Bolsa. Su progresión desde entonces habla por sí sola de la imposibilidad de predecir adónde será capaz de llegar cuando alcance los treinta en el parqué. Desde mayo de 2001, la multinacional de Arteixo ha multiplicado su valor bursátil por más de diez (de los 9.162 millones de euros con que se estrenó a los más de 93.000 millones de hoy). En su primera jornada en la Bolsa de Madrid logró encaramarse en el puesto número siete del Ibex-35 y hoy no sólo es la líder indiscutible sino que en los últimos meses „en los que llegó a tocar los 100.000 millones de euros de capitalización„ no ha hecho más que agrandar la brecha con la segunda, su eterna adversaria, Banco Santander.

Inditex ya sorprendía hace quince años por sus resultados. Cerró 2000 con un beneficio de 258,4 millones de euros, un 27% superior al del ejercicio anterior. En 2014 esa magnitud casi se multiplicó por diez, hasta los 2.500 millones, que previsiblemente serán superados de largo al final de este año. Del millar de tiendas que la multinacional creada por Amancio Ortega y la fallecida Rosalía Mera tenía en 2000, el imperio está a punto de abrir su establecimiento 7.000. Y de estar en una treintena de mercados, ha pasado a cerca de 90 países y sextuplicado su plantilla, hasta superar los 137.000 empleados.

En esencia, el modelo de la empresa que debutó en Bolsa en 2001, de la mano del entonces consejero delegado, José María Castellano, no ha variado. Su plan ha sido, corregido y aumentado, el mismo; el de una nueva forma de producir y vender en el sector textil que supera el planteamiento de dos colecciones por año, y renueva permanentemente el stock de sus tiendas para ofrecer constantemente un producto nuevo a un precio muy asequible, todo gracias a una maquinaria logística digna de estudio que Pablo Isla ha perfeccionado desde su llegada, en 2005, al grupo gallego.

Lo que Inditex ha logrado en estos últimos quince años ha sido convertirse en el modelo de la expansión global, tanto geográfica, hasta convertirse en el verdadero imperio donde no se pone el sol, como de producto. La multinacional ha pasado de las cinco cadenas de moda que tenía en 2000 (Zara, Bershka, Pull&Bear y las adquiridas Massimo Dutti y Stradivarius) a las ocho que gestiona hoy en día; entre ellas, una dedicada al hogar (Zara Home); otra, a la lencería (Oysho) y la más moderna, de moda femenina, pensada para un segmento de población de un poder adquisitivo ligeramente más alto (Uterqüe). Y a esa expansión le queda mucha tela que cortar, sobre todo fuera de Europa, que concentra el 64% de las tiendas de Zara en todo el mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, Zara reinó en exclusiva hasta 2012, cuando Massimo Dutti se estrenó en el país. Asia es el gran mercado de futuro, junto al canal online, cada vez más presente en todo el mundo.

Pero en Inditex la renovación es constante y al margen de la expansión territorial, innova también en oferta, con el lanzamiento por ejemplo de la sección masculina en Stradivarius, como ya hiciera antes en Bershka, pero también tecnológicamente, „para dar una rápida respuesta a un consumidor cada vez más exigente„ y en generar o seguir las tendencias de moda en constante cambio.

La pregunta del millón en Inditex es si será capaz de mantener este ritmo y su condición de empresa textil más rentable del mundo otros quince o treinta años más, pero su historia, desde que nació en un taller doméstico hasta ahora, permite concluir que de capacidad va sobrada. Otra gran incógnita es tal vez quién jugará el papel, cada vez menos tangible, del alma mater del proyecto, Amancio Ortega, y si quienes le sucedan al frente del capital de la empresa la mantendrán apegada a Galicia „aporta el 40% del impuesto de Sociedades que recauda la comunidad„ y como motor económico de la comarca coruñesa.

El balance de la gestión de Isla en los diez años que lleva al frente de la multinacional es impecable; la empresa no ha dejado de superar cada año sus propias marcas en beneficio y facturación, lo que ha respaldado su permanente rally bursátil. Desde que en julio de 2011 fue ascendido a presidente en un movimiento que dejó clara que la sucesión al frente de Inditex no sería familiar, el valor de las acciones del grupo se han duplicado. A Isla le gusta hablar de la función de Inditex como empresa tractora de cientos de proveedores locales que han crecido con ellos y llevado sus productos por todo el mundo. Lo que no suele comentar es que en los últimos años muchas de esas firmas han dejado de trabajar en exclusiva para el grupo, que ahora prefiere evitar la Inditexdependencia. "Inditex es muy bueno para nuestro entorno económico porque hace que los proveedores entrenen y puedan ser empresas importantes en su especialidad para otros entornos. Nos obliga a ser buenos, globales y creativos", explicaba a este diario el presidente de Azkar, José Antonio Orozco.

Puertas adentro del cuartel general de Sabón dicen que pese a haber dejado la Presidencia en manos de su hombre de confianza, Amancio Ortega suele pasar a diario por la sede de la multinacional y está al tanto de su día a día, al margen de que el imperio esté ya tan bien engrasado como para funcionar con su propia inercia, mucho más que cuando Inditex empezó a cotizar. Por entonces, Amancio Ortega era un hombre anónimo, cuya primera foto salió publicada en la memoria del grupo de 1999, quizás para despejar cualquier duda antes del estreno en el parqué sobre la existencia del señor Zara. Pero fue precisamente el responsable de Fotografía de LA OPINIÓN A CORUÑA, Víctor Echave, el primero en tomar una imagen espontánea de Amancio Ortega, desayunando en una cafetería de A Coruña. De eso hace quince años en los que el que fuera chico de los recados en la camisería Gala se ha convertido en la segunda mayor fortuna del mundo, se deja ver dos veces al año „cada vez más como abuelo que como padre„ en el concurso de saltos que celebra el recinto hípico que construyó para su hija menor. De vez en cuando pasea con su familia y se confunde entre la multitud, como un vecino más de O Parrote.