El PSdeG cambia de nuevo de líder. Arranca la era de Valentín González Formoso y finaliza la capitanía ejercida por Gonzalo Caballero, que perdió las primarias con un 40% frente al 60% de su rival, avalado por gran parte de los poderes territoriales.

Los socialistas afrontan una nueva etapa de reconstrucción interna tras el varapalo que supusieron las elecciones autonómicas de 2020. El partido llegaba a la cita con el viento de cola del Gobierno de Pedro Sánchez y unas expectativas de mejora, tras unas buenas municipales (en las que recuperaron las tres Alcaldías urbanas de A Coruña) y unas generales en las que llegaron a superar al PP por primera vez en la historia, aunque la repetición de los comicios los dejó detrás de ellos.

Sin embargo, las autonómicas dejaron al partido estancado en 14 escaños, a pesar de la desaparición de En Marea. El BNG creció hasta batir su récord y el partido afrontó un proceso interno que partió en dos sus estructuras. Formoso llegó a las primarias como alcalde de As Pontes, presidente de la Diputación de A Coruña y líder provincial del partido. En su rincón, el aval de los alcaldes urbanos de su provincia; el presidente de la Diputación de Lugo, Xosé Tomé; e incluso el exsecretario xeral José Ramón Gómez Besteiro.

Ante ese despliegue, Caballero centró su campaña interna en denunciar una maniobra de los poderes del partido para apartarlo de la Secretaría Xeral. Ese discurso fue mantenido a las puertas del congreso gallego del que salió una nueva ejecutiva socialista similar a un mosaico de poderes locales, dando espacio al municipalismo del que ha hecho gala Formoso, pero también incorporando figuras en ámbitos científicos como Senén Barro. Políticamente, destaca la presidencia del partido en manos de Carmela Silva, presidenta de la Diputación de Pontevedra y un guiño a Vigo, la agrupación más numerosa de Galicia.

A nivel estratégico, Formoso es una incógnita, aunque ya ha dejado como idea que tratará de aflojar las bridas que atan al PSdeG al PSOE estatal y, por ende, al Gobierno de Pedro Sánchez y que tampoco tendrá reparos en aplaudir iniciativas de la Xunta. 

Caballero, sin embargo, se resiste a dejar pasar su momento y avanza un intento de resistencia en el Parlamento como diputado raso, pues su relevo como portavoz se da por supuesto. Sus fuerzas, sin embargo, se han reducido ante la huida de quienes no comparten la crítica al resultado de las primarias.

Las locales y generales de 2023 marcarán el devenir de Formoso, que ya ha dejado caer su intención de presentarse a las primarias para ser candidato a la Xunta en 2024.

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Pontón, en la asamblea celebrada en A Coruña en noviembre. | V. Echave VICTOR ECHAVE

Pontón y el BNG pulen sus aristas para ganar apoyos

Ana Pontón se sitúa en las antípodas ideológicas de Alberto Núñez Feijóo, pero emuló a este último en su estrategia de deslizar la opción de dejar en la estaca a su organización en su mejor momento. La líder nacionalista llevó al BNG a su techo histórico de escaños autonómicos, con 19, recuperando la autoestima de una organización que llegó a situarse en seis actas y pasó una travesía en el desierto que lo obligó incluso a aplicar un ERE entre su plantilla.

Y en ese momento, con el PSdeG estancado en 14 actas, y el Bloque cohesionado como nunca tras la escisión del beirismo hacia la “nueva política”, Pontón amagó con irse, abriendo un período de reflexión interna sobre si optaba de nuevo a ser la portavoz nacional de la organización frentista. Nadie hubiese apostado por un paso atrás. Finalmente, los pronósticos se cumplieron y recuncó como capitana del nacionalismo gallego en una asamblea nacional celebrada en noviembre. Recibió el 99% de votos.

Se trató de una cita en la que Pontón apostó por “ensanchar” la base social del BNG y optar a presidir la Xunta tras las elecciones autonómicas de 2024. Lo hizo puliendo las aristas duras del Bloque y abriendo aún más el discurso hacia el feminismo o la defensa del medioambiente.

Sin embargo, en esa estrategia de comunicación, el BNG se autoenmendó para evitar la pérdida de votantes. “El BNG no es independentista”, aseguró Rubén Cela, miembro de la Executiva Nacional tras la asamblea celebrada en A Coruña.

Pontón negó la mayor e insistió en esquivar ese debate, a pesar de que el BNG se declara perseguidor del sueño de una República Nacional Galega.

Más allá de la definición, el debate ilustró el intento del BNG por moderar su discurso para seguir ampliando su base social.