El abogado coruñés José Folla Yordi ocupó la alcaldía de la ciudad entre los años 1910 y 1913, años de fuertes turbulencias políticas, a las que consiguió sobreponerse gracias a su talante conciliador. El mayor acontecimiento que se produjo a lo largo de su mandato fue la anexión del término municipal de Oza al de A Coruña, que se aprobó definitivamente el 2 de julio de 1912. Hasta ese momento, la ciudad estaba constreñida a unos límites muy reducidos, lo que limitaba sus posibilidades de expansión. La suma del municipio de Oza hizo que A Coruña aumentase su territorio desde los 7,8 hasta los 36,8 kilómetros cuadrados, lo que significó una ampliación muy notable. Folla también presidió durante su alcaldía la apertura del nuevo mercado de la plaza de Lugo, de la iglesia de Santa Lucía, el edificio La Terraza y el monumento a Linares Rivas en La Rosaleda. Una de las mayores preocupaciones del alcalde fue el tráfico, ya que en su época se contabilizaron más de 200 automóviles en la ciudad. Un bando prohibió a los coches circular a mayor velocidad que los caballos al trote corto dentro del casco urbano y a más de 10 kilómetros por hora en las carreteras del municipio. Además, el alcalde impidió que los vehículos estacionasen en las calles estrechas o muy transitadas. Seguramente, el ingenuo de Folla se desmayaría si pudiese ver las calles de su ciudad hoy en día. Se cuenta que con motivo de una visita del rey Alfonso XIII a la ciudad, el regidor le fue presentado por una de las autoridades con la indicación: “Majestad, el alcalde Folla”. El monarca se vio sorprendido por el apellido y contestó: “Y yo también”. La humildad fue una de las características de este alcalde, que falleció en 1923. A pesar de que el Ayuntamiento ordenó el traslado de su cadáver en un carruaje de primera clase, su familia lo rechazó y condujo el féretro en la carroza más sencilla. A Coruña dedica una calle a su recuerdo en la zona de la plaza de España. / J. M. G.