[endif]Si hay un pintor que supo captar la belleza del paisaje gallego, probablemente haya sido Francisco Lloréns, a quien se deben algunos de los mejores cuadros sobre las tierras de Galicia. Nació en 1874 en A Coruña y cursó estudios de Comercio, aunque los abandonó para ingresar en la Escuela de Artes y Oficios. En ese centro tuvo como maestro a Román Navarro, que le influyó decisivamente en el estilo de los retratos que pintó en aquellos años. Continuó sus estudios en Madrid, donde acudía con frecuencia al Museo del Prado para aprender de los genios de la pintura. Fue discípulo de Joaquín Sorolla en su taller madrileño, lo que le permitió aprender las técnicas del gran pintor valenciano y contactar con los mejores artistas de la época. Lloréns marchó a Roma en 1902, donde permanecería cuatro años hasta su regreso a A Coruña. En su nueva estancia en la ciudad creó las que serían algunas de sus obras más famosas, como los cuadros titulados La ría del Burgo, La hora de los rezos o La barra de Santa Cristina, que demuestran la maestría de Lloréns para reflejar los paisajes. En 1913 consiguió la cátedra de Dibujo Artístico en la Escuela de Barcelona, pero enseguida renunció al puesto para instalarse en Madrid, aunque pasó todos los veranos en Galicia. En los años veinte se dedicó a pintar algunos de los mejores paisajes de la costa gallega. Esta época es la que los especialistas consideran como la de su mayor esplendor como artista, lo que se tradujo en los numerosos galardones que recibió. Su talento le permitió ser nombrado organizador del pabellón gallego de la Exposición Iberoamericana que se realizó en Sevilla en el año 1929. Lloréns residía en Madrid en el momento de iniciarse la Guerra Civil, por lo que permaneció allí durante casi todo el conflicto. A su término su salud se había deteriorado notablemente y en 1945 perdió la razón. Falleció en Madrid en 1948. / J. M. Gutiérrez