Hasta hace sólo unas décadas, San Roque de Afuera era un pequeño núcleo rural situado junto al mar en el que residían campesinos y pescadores. Aún hoy se conservan algunas de las casas que componían esa pequeña aldea y que subsisten rodeadas de las modernas edificaciones del barrio de Riazor. Esta población llevaba el apellido de Afuera para diferenciarse de la calle y la capilla situadas en el centro de la ciudad, junto a la plaza de España. Esta denominación destacaba además el carácter periférico de la localidad, separada del casco urbano por lo que se conocía como las Huertas de Riazor. Durante mucho tiempo, esta parte de la ciudad mantuvo su carácter marginal, a lo que contribuyó la presencia en el lugar de actividades molestas. El historiador Eugenio Carré Aldao menciona que a principios del siglo XX existía en San Roque una fabrica de salazón que generaba fuertes olores, así como un gran número de barracas en las que criaban cerdos destinados al consumo de los coruñeses. Carré denominó a este conjunto de cochiqueras como “cerdópolis” y criticó sus efectos sobre la salud. El avance urbanístico hacia el extrarradio provocó la progresiva integración de San Roque en el entramado de la ciudad, aunque permaneció ese grupo de viviendas de una planta que se agazapan entre la Escuela de Náutica y el Paseo Marítimo. El antiguo camino que se dirigía desde Riazor hacia Labañou tomó el nombre de avenida de San Roque de Afuera, que tan sólo cambió su denominación durante la II República. En aquel período, la vía pasó a conocerse como avenida de Blasco Ibáñez, en homenaje al gran escritor valenciano autor de obras tan populares como La barraca, Cañas y barro o Arroz y tartana. En su tiempo alcanzó una fama internacional, puesto que dos de sus novelas, Sangre y arena y Los cuatro jinetes del apocalipsis, fueron llevadas al cine por los grandes estudios norteamericanos. Blasco fue un ferviente republicano y resultó elegido diputado en varias ocasiones. La Dictadura de Primo de Rivera le obligó a exiliarse en Francia, donde murió en 1928. El régimen franquista suprimió su calle en el nomenclátor coruñés en septiembre de 1936. J. M. Gutiérrez