Todos los libros de historia mencionan al ferrolano Pablo Iglesias como una de las figuras políticas y sindicales más importantes de nuestros tiempos, ya que fue el fundador del PSOE y la UGT. Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos desconocen muchos aspectos de la vida de este hombre, cuya contribución a los cambios sociales producidos en los siglos XIX y XX fue fundamental. Iglesias nació en 1850 en una familia humilde, ya que su padre era peón municipal. Sólo pudo asistir a la escuela hasta los nueve años, ya que tras la muerte del padre se desplazó a Madrid con su madre y su hermano. Los Iglesias hicieron su viaje hasta la capital a pie, ya que carecían de recursos para trasladarse por otros medios. Pablo y su hermano ingresaron en un hospicio mientras su madre se dedicaba a trabajar. Iglesias eligió el oficio de tipógrafo y desde muy joven se rebeló contra las condiciones laborales que imponían los patronos. Estudió por las noches y aprendió francés para relacionarse con obreros de otros países, ya que con sólo veinte años se afilió a la Asociación Internacional de Trabajadores. En 1879 organiza un banquete en el que de forma clandestina funda el Partido Socialista Obrero Español, la segunda formación de esta ideología creada en el mundo. La actividad política y sindical de Iglesias le llevó en numerosas ocasiones a prisión, aunque siempre rechazó el indulto. Los empresarios tomaron represalias contra él al negarle el empleo de forma sistemática, por lo que sólo la aparición del periódico El Socialista, del que fue director, le libró de la miseria. En 1888 creó la Unión General de Trabajadores. En 1905 fue elegido concejal de Madrid y posteriormente obtuvo el acta de diputado en varias ocasiones. La división del PSOE en 1921, que provocó el nacimiento del Partido Comunista, afectó de forma notable a su precaria salud. Pablo Iglesias falleció en 1925 en Madrid y dejó en su despacho un sobre con mil pesetas que donó a su periódico. Más de 150.000 personas participaron en la comitiva que acompañó su féretro hasta el cementerio. A Coruña dedica desde hace varios años una gran plaza al líder obrero en el Castrillón, presidida por una estatua en su honor. J. M. Gutiérrez