Muchas calles de la ciudad deben su nombre a acontecimientos rocambolescos, a lugares lejanos o a personajes que muy pocos vecinos conocen. Hay otras, sin embargo en las que se impone la lógica aplastante y la decisión popular. Es el caso de la que aparece ya en documentos muy antiguos como “Rego d’Augoa”, nombre original posteriormente castellanizado. La calle actual está construida sobre un antiguo callejón más estrecho con un surco central en el que vertían las calles adyacentes. Se trata de uno de los lugares con más historia y más sabor de la ciudad y es un buen ejemplo de lo que la Coruña antigua puede dar de sí y todavía sigue pendiente. El cambio operado con la peatonalización y mejora del espacio entre María Pita y la Calle Real dejará a buen seguro boquiabierto a cualquiera que conozca A Coruña y no la haya visitado desde hace tiempo. Vecinos y visitantes pueden disfrutar del placer de pasear por donde durante muchos años hubieron de sortear coches. Pese a que su nombre está indisolublemente unido a su origen, tampoco se libró de los cambios de placas. El primero fue el de Luchana, en memoria de la batalla ganada por el general Espartero en una de las guerras carlistas. Cuando recuperó su actual nombre, el de Luchana fue a parar a una de sus travesías. En 1926 un grupo de concejales decidió bautizarla con el nombre del entonces alcalde, Manuel Casás. Se hizo contra la opinión del protagonista, muy consciente de que rebautizar una calle con un nombre tan arraigado como éste es un esfuerzo baldío. Le darían la razón cinco años después en un pleno que acordó devolver a esta vía el nombre que la gente nunca había dejado de utilizar. Consolidado ya el nombre, Riego de Agua vive ahora uno de sus mejores momentos tras las reformas que la han dejado a la altura del lugar que ocupa en la ciudad. / Fernando Varela