Sé que eres un ángel: te he sorprendido aleteando detrás del contenedor en el que arrojas la basura al salir del trabajo. Ejercitabas tus alas para comprobar en esa calle oscura, guardada de miradas entrometidas como la mía, que conservas todavía la facultad de volar. Sé que tu vida es una secuencia anodina de horas sin historia y repetida hasta la saciedad. Pero en esa cadencia vulgar se camufla la verdad más prístina. Sé que un ángel nunca estará a mi alcance, pero no puedo dejar de amarte… escondido en un rincón de tu rutina y disfrazado de amigo, para no molestar.