Fuera volaban perros por culpa del viento huracanino, pero dentro, en la consulta, parecía señorear la primavera. El paciente, un conocido traficante, preguntaba al especialista por su salud ocular:
- No se preocupe: el narcoíris está en orden.
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Hemos sustituido en nuestro Olimpo a los seres geniales por seres genitales.
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Me aburre el ir y venir de los días que ni van ni vienen.
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Cualquiera tiene acceso a cualquiera tiene acceso a cualquiera tiene acceso a…
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Creo que mi mundo ya no cabe en mi mundo.
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Cuando se hace el amor se pierde, precisamente para tener que volver a hacerlo.
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Dicen que no me mojo, que me gusta ver los toros desde la barrera. No: sólo iría a verlos al campo.
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En lo que a mí respecta puedo confesarle que riego puntualmente, como si fuesen inútiles flores de plástico, diversos amores. La gran mayoría nunca han tenido lugar; algunos tan sólo en el angosto espacio de mis novelas, y los menos, o bien me laceran, o bien ocupan el solaz de mis recuerdos.
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Nos queda la esperanza de que un temporal es eso: temporal.