Cuando llego al sitio indicado suelo encontrarme a la suerte recogiendo.
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Un día creímos que había estrellas en el firmamento: así éramos de ingenuos.
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Echo de menos el placer de desviarme de la carretera principal para conocer un pueblecito pintoresco y que allí me pongan una multa.
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Nada mejor que quemarte para comprobar que no existe el sol.
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Todo cuanto podía hacerse en una tarde de lluvia ya no le interesa a nadie
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La luna escucha al viejo gramófono gimiendo de placer en un salón vacío, azul como un desierto.
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Qué fácil nos resulta traicionar la belleza de ciertos días, olvidarlos cuando ya no nos resultan útiles, olvidarlos como si nunca hubiesen existido.
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No sé exactamente qué estamos celebrando en silencio, pero no me gusta.
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El agua es oro, pero nos hemos robado y matado durante siglos por el otro, el que no vale nada.
