Sobre Teresa Ribera ha recaído el peso de organizar contra el reloj una Cumbre del Clima, una tarea en la que los países suelen emplear casi un año. Titular en funciones de la cartera de Transición Ecológica (fuentes de Moncloa ya la confirman para el futuro gabinete de coalición), lleva las riendas de la COP25 desde su cargo como presidenta del Comité Organizador. Su currículum la avala.

-¿En cuántas cumbres ha participado desde las diversas instituciones que ha presidido?

-Mi primera cumbre del clima fue la COP7 de 2001 en Marrakech. Cuente usted mismo.

-¿Estamos a tiempo de salvar el planeta?

-¡Eso espero! Necesitamos dar un acelerón en la acción ambiental y cambiar nuestro modelo de producción y consumo drásticamente. Técnicamente es posible, pero tenemos que activar todos los resortes para que eso ocurra. También es una cuestión de grado de afectación. Cuanto menos hagamos ahora más complicado, más costoso, más injusto será y más daño se producirá.

-¿En que debe contribuir esta cumbre?

-Uno de los objetivos más importantes de la COP25 es lanzar el mensaje de que hay que actuar ya. Este es el lema que encabeza la cumbre. También e importante diseñar cómo se tiene que llevar cabo en el 2020 el proceso de revisión al alza de las contribuciones de los países. Es clave que todos aumenten su ambición y eso solo será posible si de aquí salimos bien orientados sobre cómo hacerlo.

-El cierre de las reglas de París quedaba pendiente solo de un último fleco, la creación del mercado internacional de carbono. ¿Es importante?

-Sí. Hay una demanda generalizada de poner un precio al CO2 que nos ayude a todos a valorar en su justa medida lo que significa emitir o no emitir gases de efecto invernadero. Si ese precio del CO2 responde a una misma realidad en todo el planeta y cuenta con una misma autoridad o con unas mismas reglas nos facilitará mucho las cosas. Pero no puede hacerse de cualquier manera. Si no nos ponemos de acuerdo tenemos que pactar un programa de trabajo que nos permita alcanzarlo en el futuro. De los acuerdos sobre las reglas de París este es el más individualizado, el que más puede esperar.

-El último informe de la ONU insta a multiplicar por cinco la ambición climática para limitar el calentamiento a 1,5ºC. ¿Es viable un salto tan enorme?

-Los datos del informe son muy preocupantes. De París ya salimos diciendo que las contribuciones de los países no eran suficientes para alcanzar los objetivos marcados y que había que seguir trabajando,pero hoy sabemos que el diferencial ha crecido. Una vez se asienten las bases paras las transformaciones estructurales de los sistemas económicos, las cosas pasarán más deprisa. Aunque seguimos sin poder decir que estas nuevas bases están aseguradas.

-¿De dónde provienen las principales resistencias?

-Del Gobierno federal de los Estados Unidos, que ha decidido desvincularse del acuerdo, pero también de China. Este país es el principal emisor y después de un primer momento de transformación interesante hay datos preocupantes sobre su aumento del uso del carbón. China debe determinar ahora hasta qué punto cumplirá su compromiso de ir hacia una descarbonización completa de la economía.

-¿Qué significa para España acoger la cumbre?

-Un compromiso con el sistema multilateral con el que afrontar los grandes desafíos globales. Demuestra una confianza por parte de la comunidad internacional y por parte de Chile que nos honra. Y el compromiso con la acción climática como un eje fundamental de nuestra política económica y nuestra política exterior.

-¿Qué enseñanzas sacamos de las revueltas de los chalecos amarillos, contra la subida de combustibles en Irán, en Bolivia?

-Que no hay que ser ingenuos pero sí solidarios. Un proceso de transformación tan relevante en tan poco tiempo, aunque esté bien intencionado no puede olvidar la afectación social que comporta. Uno no puede decir traslado el coste del CO2 al precio y cada cual que apechugue o transformo o cierro un sector de actividad porque produce daño al medio ambiente si no se le dan en paralelo alternativas a esos trabajadores, familias o vecinos que necesitan vivir cada día. De ahí nuestra estrategia para la Transición Justa.

-En el último año se han expresado con la máxima fuerza los movimientos de protesta con movimientos como el de Greta Thunberg.

-Es bueno que se escuche la rabia de quien reclama una oportunidad para el futuro. Pero no nos podemos quedar solo en la rabia y la frustración. Lo fundamental es que eso se traduzca en acción concreta. Yo confío en que esta cita nos sirva para eso. No les podemos fallar a nuestros hijos y a nuestros nietos.