El siglo XXI deberá consagrarse a reparar los desperfectos planetarios que se ocasionaron a lo largo del siglo XX. Esta es la gran conclusión que se alcanza a la vista de todos los informes y cumbres internacionales, que coinciden en el diagnóstico: la crisis climática, pese a su nombre, no afecta solo al clima, sino a la Tierra en su conjunto, como planeta. Nunca antes la humanidad se había enfrentado a algo parecido.

Subida del nivel del mar. El nivel del mar puede subir hasta un metro a finales del presente siglo, también en España, si no se adoptan las medidas necesarias para frenar el cambio climático. Las consecuencias afectarán a todos los sectores, como el turismo, dado que muchas zonas hoteleras se verán afectadas.

Desde comienzos de los años 90, el nivel del mar aumenta a un ritmo de 3 ó 4 milímetros al año, es decir, ha subido ocho centímetros en los últimos 25 años, según el panel científico intergubernamental IPCC, pero en vista de la situación actual la subida será aún mayor en las próximas décadas.

Las zonas más afectadas en España serán Canarias y partes importantes del Mediterráneo, según han alertado los centíficos españoles Íñigo Losada y Javier Arístegui, de las universidades de Cantabria y de Las Palmas de Gran Canaria, respectivamente. El nivel del mar, que se viene incrementando en toda la costa española, acelerará "considerablemente" su ritmo de subida de aquí a final de siglo, lo que supondrá el fin de muchas playas urbanas.

"Hagamos lo que hagamos, seguirá incrementándose el nivel del mar", si bien las magnitudes dependerán de las políticas de reducción de emisiones que se adopten "ahora, no dentro de cien años", afirma Arístegui.

Pero hay otros efectos. Naciones Unidas ya ha advertido de que esta situación conllevará un aumento en el número de 'refugiados climáticos', es decir, personas que desplazarán de su lugar de residencia a otros lugares para evitar los perjuicios del deshielo, la escasez de agua, la destrucción de sus propiedades o la inseguridad alimentaria.

Olas de calor frecuentes

El presente año, 2019, figura entre los cinco más calurosos registrados en toda la historia de la humanidad y ello es debido al cambio climático, según confirmó en julio la Organización Meteorológica Mundial. Si las emisiones de efecto invernadero continúan aumentando, para mediados de siglo las temperaturas promedio en verano podrían subir hasta 4,5 grados centígrados respecto a las actuales, según dijo Claire Nullis, portavoz de este organismo. "Las intensas y extensas olas de calor llevan la firma del cambio climático provocado por el hombre", señaló. Prueba de ello fueron los 40 grados alcanzados en Bélgica y Luxemburgo, los 42,6 de París o el día más caluroso registrado en toda la historia de Reino Unido. Son datos sin precedentes. Estas olas de calor, procedentes del norte de África y España, se desplazan hacia el Ártico, contribuyendo así al derretimiento de las capas de hielo.

Las muertes por golpes de calor durante estos episodios son cada vez mayores. El centro ISGlobal afirma que a mitad de siglo el número de españoles que pueden morir víctimas del calor puede aproximarse a los 13.000.

Nuevas enfermedades

El cambio climático está originando la aparición de nuevas enfermedades. En los últimos años se han detectados varios casos de transmisión del dengue en Croacia, Francia y también España, con dos casos en Murcia y Barcelona. Ya en 2017 se registraron dos focos de chikungunya (enfermedad vírica del África negra) en Francia e Italia. Otro temor de los expertos es que el virus del Nilo occidental pueda propagarse rápidamente por la mayor parte de los países del Mediterráneo. Igualmente, puede agravarse la resistencia de las bacterias a los antibióticos, a causa del uso abusivo e inapropiado. La obesidad, debido al consumo de alimentos totalmente insanos, se convierte en una plaga creciente en el mundo.

Crisis alimentaria

Según alerta Intermón/Oxfam, la crisis climática pone en peligro la producción de alimentos tan básicos como el trigo, y eso significa que cientos de miles de personas cuya vida depende de su cultivo están en riesgo de perderlo todo. Y no solo eso: si los cultivos escasean, los precios se disparan. Eso afecta a todos los consumidores, si bien en los países menos desarrollados, con altísimos índices de pobreza, las consecuencias pueden ser devastadoras. La misma ONG advierte de que el calentamiento global y la falta de este alimento básico deriva en guerras y migraciones de pueblos enteros. Pero, además, el cambio climático disparará las plagas de insectos y ello agravará las pérdidas no solo en cosechas de trigo, sino también de maíz, arroz y muchos otros cultivos en todo el mundo. Según un estudio publicado por la revista Science, por cada grado centígrado que aumente la temperatura, las pérdidas en las cosechas de trigo, maíz y arroz se incrementarán entre un 10% y un 25%.

Extinción de especies

La ya de por sí preocupante extinción de especies a causa de la acción del hombre se acelera con el cambio climático. Los ejemplos proliferan: los osos polares se ahogan en el ártico al derretirse su hábitat natural, mientras que las aves migratorias pierden su capacidad de viajar porque no pueden seguir los flujos de temperatura a los que estaban habituadas. World Wildlife Fund (WWF) es rotunda al respecto: "Casi la mitad de las especies del mundo podrían desaparecer en 60 años a causa del cambio climático". "Incluso si se consigue el objetivo de no superar los 2ºC marcado por el Acuerdo de París, lugares como el Amazonas o las Galápagos podrían perder el 25% de sus especies", añade la entidad.

Tormentas más intensas

Los meteorólogos señalan que el deterioro del planeta está provocando una intensificación de las tormentas, que parecen ser cada vez más violentas, con inundaciones que no se recordaban desde hace décadas. Varios estudios internacionales señalan que tal vez no aumente el número de tormentas, pero sí serán más largas en tiempo e intensidad, a juzgar por los modelos matemáticos empleados. El calentamiento de los mares provoca un aumento en la evaporación que alimenta la violencia de las precipitaciones. En las últimas décadas, las tormentas con vientos de 200 km/h se han duplicado y las de 250 km/ se han triplicado, según el profesor Kerry Emanuel, meteorólogo estadounidense.