Opinión | Cartas de los lectores

Fernando Rodríguez Corcoba | A Coruña

¡No somos imbéciles!

La visita a España del presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, y lo que ha dicho, creo que es motivo más que suficiente para que reflexionemos acerca de lo que dicen los miembros del Gobierno de España, incluido el propio Sr. Rajoy.

Lo que ha venido a decir el Sr. Juncker es que: "La crisis no ha terminado". La verdad de semejante afirmación la viene a corroborar el hecho de que España sufre unas elevadísimas tasas de paro no solo entre personas de más de 35 años, sino también entre los jóvenes, al superar ésta el 51% de los que buscan un puesto de trabajo. A la vista de la anterior afirmación, no cabe la menor duda de que para sostener las palabras de tanto optimismo que de forma reiterada viene diciendo el presidente Rajoy, sería necesario conseguir primero que el desempleo descienda a niveles normales, que bien pudieran considerarse los porcentajes de desempleo que existían en España anteriores a la crisis. En segundo lugar, que de esos indicios de crecimiento en España, del que disfrutan unos pocos, se vean beneficiados la mayoría de ciudadanos, y en tercer lugar, que el Estado de Bienestar que disfrutábamos antes de la crisis, lo empecemos a recuperar con medidas muy concretas, como podrían ser los incrementos correspondientes en los presupuestos en materias tan importantes como Sanidad, Educación, Servicios Sociales y el aumento de las partidas referidas a Investigación y Desarrollo. En cuarto lugar, si bien eran necesarias unas políticas de austeridad, estas son insuficientes, y sobre todo porque no se han aplicado, en mi modesta opinión, de una manera homogénea tanto desde el punto de vista equitativo como de forma distributiva. Los más perjudicados en la aplicación de esas medidas de austeridad han sido y siguen siendo los ciudadanos de a pie, los de siempre, los que menos culpa han tenido en las razones y consecuencias de la crisis. ¿Dónde están las tan demandadas medidas de austeridad referidas a la supresión de algunos miles de ayuntamientos? En casi cuatro años, se redujo un solo concello en Galicia, y fue hecho tan mal, que a día de hoy todavía se discute si se han fusionado o no, y si eso sirvió para algo, además de estarse preguntando por las ayudas que les prometieron (Oza-Cesuras), y que no han llegado. O por qué no preguntarnos por la supresión de las diputaciones, tantas veces demandada su petición y que todos somos conscientes de que no sirven absolutamente para nada, salvo que se trate de colocar a los fieles de los correspondientes grupos políticos. Podríamos seguir reclamando la supresión de las Cámaras de Comercio, el Senado, y tantas y tantas otras instituciones anacrónicas, trasnochadas e inútiles, que lo único que hacen es comerse una buena parte de los presupuestos generales del Estado.

Se tiene que hacer algo más para crear empleo de calidad, no nos podemos dejar engañar a nosotros mismos con los datos del paro referidos al mes de febrero, por muchos 13.538 parados menos y casi cien mil empleos más. Todos somos conscientes de que estamos en vísperas de las correspondientes campañas electorales, municipales y algunas autonómicas, y efectivamente estas administraciones se vuelven locas para llevar a cabo multitud de obras, la mayoría sin que sean prioritarias e imprescindibles, para de esta manera crear puestos de trabajo temporales, precarios y con salarios reducidos, en definitiva, lo mismo que se decía por los que hoy gobiernan, respecto a lo que hacía el gobierno de Zapatero con aquello que se le llamabael Plan E .

Mientras tengamos cinco millones y medio de parados de los cuales un cincuenta y tres por ciento no perciben ningún tipo de prestación, no se puede decir por los representantes del mismo, que este país está saliendo de la crisis, y todavía peor cuando se atreven a decirnos: "La crisis en España se ha terminado". Todavía, señorías, los ciudadanos españoles no somos imbéciles.

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