Como sociólogo arriesgo a afirmar que ni vivimos una segunda transición, ni aquí cambiará nada. Hace unos meses contemplábamos el ascenso de Podemos como la consecuencia razonable de una nación azotada por una general corrupción que amenazaba romper el equilibrio bipartidista. El desparpajo de algunos políticos mintiendo ante las masas, riéndose en su cara, la esfumación de discos duros y blandos, las más que dudosas sentencias absolutorias de incontables casos de saqueo de lo público, la sensación de que aquí ya vale todo y sálvese el que pueda, presagiaban una reacción electoral de los ciudadanos. Ahí están los sondeos.

Pero la policía no es tonta. Sonó el cornetín y de golpe Podemos desapareció de los medios. Silencio. La metódica investigación de sus miembros promovida desde el poder destapó algunos casos de posible corrupción y, encima, a muy alto nivel. Podemos volvió a ser portada, pero para su destrucción. Se lo pusieron bien fácil, ¿a quién pensaban salvar si ellos mismos están cortando jamón? Por favor, es para meterlos en la cárcel, pero no por una dudosa subvención y cuatro cosas más, sino por incapaces ante las enormes responsabilidades que quisieron tomar, por destrozar la esperanza de millones de ciudadanos, por saquear, al fin, sus corazones, tanto como los otros robaron sus bolsillos. No sé qué es peor, pero la caída libre en las encuestas es un indicio de lo que piensan los ciudadanos.

Y ante el execrable error? Nuevos pescadores. Ciudadanos es el producto del descontento con el descontento. La jugada es perfecta dice el PP: si no tenemos una opción de cabreo desde la derecha, Podemos monopoliza el cambio y por consiguiente se recupera y no hay negocio. El PSOE dice apoyando la moción con alegría: cualquier cosa antes que Podemos nos rebase y no tengamos peso para negociar. Y ya tenemos el nuevo bipartidismo de cuatro. Los pactos están claros, pues al final esto es política. Ciudadanos recupera el equilibrio roto y lo peor de todo es que todos tan contentos pensando que lo nuevo es nuevo y no más de lo mismo. La esperanza es que al ser cuatro se reparta mejor la riqueza.

Carlos Raya