Es sabido por todos nosotros que en todas las ocasiones en que se ha elegido a un presidente de una comunidad autónoma, la máxima representación del parlamento en cuestión fue recibida por el jefe del Estado en el plazo no mayor de cuarenta y ocho horas. Es cierto que en el año 2012, tras la elección de Artur Mas, el rey Juan Carlos no lo recibió, alegándose en aquella ocasión que el monarca se encontraba convaleciente de una de una operación quirúrgica que acababa de sufrir.

La solicitud de entrevista por parte de la presidenta del Parlament de Cataluña, Carme Forcadell, al rey Felipe VI fue contestada por la casa real con un simple: "No hace falta que venga, será suficiente con una comunicación escrita".

Si la situación por la que atraviesa Cataluña en estos momentos fuese de total normalidad seguramente que a nadie le extrañaría semejante decisión desde la Zarzuela, pero dados los tiempo que corren, las decisiones que se están adoptando y las declaraciones nada afortunadas de las distintas autoridades catalanas y del gobierno de España, la decisión adoptada por la Casa Real considero que no ha sido nada afortunada.

Es cierto que el Parlamento Catalán inició un proceso de autodeterminación que no sabemos a dónde nos puede conducir, no solo por los pasos que van a seguir dando los responsables políticos de la Generalitat, sino también por las distintas contestaciones que desde el Gobierno de España se pueden producir. Pero en cualquier caso, considero que el rey de España, Felipe VI, tiene una experiencia política y una preparación y formación democrática que nunca le debió de llevar a tomar semejante decisión y sobre todo en estos momentos en los que el resultado de las mismas pueden resultar cuando menos adversas para los intereses de la Corona. Dada la situación que atravesamos, es cuando más cintura y talla política hay que demostrar. No se puede dejar llevar uno por los sentimientos que pueden producir semejantes decisiones contrarias a la propia institución que uno representa, sino más bien todo lo contrario, mostrar el talante, la sabiduría, la experiencia, el espíritu de renovación que se quiere transmitir desde la Casa Real desde que tomó posesión el nuevo Rey, la responsabilidad democrática que impera en nuestra Constitución, etc. etc.

En mi modesta opinión, creo que Felipe VI hubiera hecho muy bien si se hubiera producido la recepción a la presidenta del Parlamento de Cataluña, aunque ello implicase el hacerse la foto de rigor en la propia Zarzuela, y fuese objeto de noticia de portada en todos los medios de comunicación nacional y posiblemente internacionales, pero no me cabe la menor duda, de que hoy por hoy, Cataluña le guste a unos y a otros no; sigue siendo una comunidad autónoma de España, y Felipe VI es el Rey de todos los españoles, que también está obligado a cumplir con los procedimientos y protocolos establecidos, gusten o no gusten, pero en eso consiste la democracia.

Con el comportamiento de la Casa Real, en esta ocasión, seguramente que va a dar pie para que en Cataluña muchas personas que estarían con dudas acerca del comportamiento que tanto se critica en esas tierras, respecto de lo "malo" que es el gobierno español con las decisiones que adopta para esa comunidad autónoma, a partir de ahora se pasarán al bando de los convencidos de que Cataluña merece un trato diferente. Que oportunidad se ha perdido, para que el propio Rey, se entrevistase y mantuviese una conversación con la presidenta del Parlamento Catalán, y conocer de primera mano lo que piensan, lo que pretenden y hasta dónde están dispuestos a llegar los que hoy ya forma el nuevo gobierno de Cataluña. ¡Qué pena, D. Felipe!

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