Las distintas crisis económicas padecidas a lo largo de nuestra historia se deben a la falta de un modelo capaz de dar esa solución que demanda la humanidad desde tiempo inmemorial.

Cuesta creer que los grandes teóricos no hayan sido capaces de crear un modelo que viniera a solucionar de manera eficaz y global algo tan vital como es la economía. Y cuesta también admitir que esa incapacidad obedezca a la inexistencia de ese modelo ideal. Parece más bien que esos teóricos no tienen ningún interés en que las cosas cambien, pues a ellos, como minoría privilegiada, les pudiera ir bien como están.

Según algunos expertos, uno de los grandes problemas a los que deberá enfrentarse la humanidad en un futuro próximo es que no habrá trabajo para todos y que por ello una gran parte se verá condenada a la exclusión social. Lo que no dicen los expertos es que esa falta de trabajo la provoca en gran parte la tecnología.

Nos las prometíamos muy felices hace algún tiempo al creer que la tecnología, es decir, la máquina, vendría a liberar al hombre y -como se dice ahora- a la mujer de una buena parte del trabajo, sobre todo del trabajo más duro, que desde el principio de los tiempos ha esclavizado a la humanidad. Pero esto ha resultado ser un arma de doble filo, cuya cara favorece en teoría al empresario, porque le permite reducir plantillas y sueldos, manteniendo el mismo nivel de producción o incluso mejorándolo, consiguiendo así una gran relación inversión/beneficio; y cuya cruz es a su vez un arma de doble filo para los trabajadores: el haz o parte positiva, pues la tecnología ha venido a liberarles en ese tipo de trabajos, y el envés o parte negativa, por cuanto la máquina ha venido a suplirlos, condenando a una buena parte de ellos al paro.

Con estos argumentos, se podría decir que la tecnología ha venido a favorecer a unos y a perjudicar a otros, ambos perfectamente identificados. No obstante, como en este mundo casi todo es relativo, ¿a quién beneficia y a quién perjudica realmente la tecnología?

Pudiera parecer que beneficia al empresario y que perjudica al trabajador, pero como cuando algo favorece a una parte y perjudica a otra se produce un desequilibrio, ¿cuáles pueden ser las consecuencias de ese desequilibrio?

Las consecuencias pueden ser -y de hecho ya lo están siendo- positivas y negativas para todos, aunque para unos sean mas negativas que para otros: Para los empresarios, porque siendo sus beneficios directamente proporcionales al consumo, tales beneficios se ven sustancialmente mermados con la caída de ese consumo por la pérdida del poder adquisitivo de los potenciales consumidores, que son en gran parte los trabajadores; para los trabajadores en activo, porque una nueva inversión del empresario en nuevas tecnologías pudiera llevar a una parte de ellos al paro; y para los trabajadores en paro, porque para ellos esas consecuencias son tan patentes que hacen innecesario hacer expresa mención de las mismas.

La conclusión a la que se podría llegar es que para bien de unos y otros debemos conseguir ese equilibrio, de manera que los beneficios que genera la máquina no caigan solo sobre un lado sino que se repartan equitativamente entre los dos.

Esta pudiera ser la clave para la solución de la gran crisis que padecemos, que no es cíclica, como se quiere hacer creer, sino sistémica.

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