Una vez transcurrido casi el mes de marzo, es un buen momento para reflexionar políticamente sobre los hechos acontecidos. Hemos visto y escuchado a los distintos líderes de los respectivos partidos políticos exponer en el Congreso de los Diputados los distintos argumentos para justificar su voto en contra del programa de gobierno presentado por Pedro Sánchez, quien se presentaba para que lo invistiesen presidente del gobierno de España, una vez que recibió la encomienda del Rey y la propuesta del presidente del Congreso.

Una vez visto el resultado de las dos votaciones celebradas, a mi modo de ver han quedado claras unas determinadas posiciones por parte de los representantes de los partidos políticos:

1º.- El PP, y más concretamente Rajoy, se ha cabreado con Ciudadanos, ya que cuando creía que lo tenía más controlado, se le escapó en la primera ocasión que tuvo para regatearle, y se hecho a los brazos del PSOE y aprovecha la ocasión para presentarse en la próxima campaña electoral como el partido del centro derecha moderno, con quien se puede negociar y que tiene ideas que serían muy bien aceptadas por una gran cantidad de simpatizantes del PP, controlado en estos momentos por la "vieja guardia" .

2º.- Podemos, sus confluencias, y más concretamente, Pablo Iglesias, se ha cabreado con todo aquello que se mueva, PSOE y Ciudadanos y también con lo que permanece inmovilizado, el PP de Rajoy. En cierto modo, creo que justificadamente, por el pacto suscrito entre Rivera y Pedro Sánchez, a espaldas y en una sala contigua, mientras estaba negociando el primero con Pablo Iglesias.

3º.- El PSOE se cabrea con el PP, sobre todo, por las cosas que se dijeron en aquel debate televisado, cuando le espetó: "Usted no es un político decente", contentándole Rajoy que él o su intervención era propia de un miserable.

4º.- En mi modesta opinión, considero que la actitud de Rajoy ha sido la más propia de un cobarde que la de un político que quiere velar por los intereses generales de los ciudadanos de un país, que se llama España, al declinar la invitación del Rey para ser candidato y tratar de lograr la mayoría de votos suficientes para alcanzar la presidencia del gobierno. ¿Se imaginan ustedes que Pedro Sánchez, o cualquier otro dirigente político, se hubiesen negado a trabajar durante un mes, en la procura de conseguir los aliados necesarios para ser investido presidente? ¿Qué hubiera pasado? Habría que disolver las Cortes y convocar ya, de manera inmediata, nuevas elecciones? ¿Esperaría el Rey que transcurriesen el mes de una posible negociación, por si alguien tomaba la decisión de tratar de buscar las alianzas necesarias? Lo que sí parece claro, es que Rajoy y sus asesores no querían mover ficha, y lo único que pretendían ante la actitud de Pedro Sánchez era que se estrellase ante semejante comportamiento y actitud responsable, de tratar de que España saliese del pozo en que se había metido, ante la cobardía y vagancia de quien tenía el deber y responsabilidad de tratar de ser investido como presidente, ya que también fue el partido del PP quien más votos obtuvo en las elecciones pasadas y por tanto el partido, como tantas veces repite e insiste el Sr. Rajoy, que ha ganado las elecciones.

Nos queda escasamente mes y medio para que pueda surgir un acuerdo entre las distintas opciones políticas y evitar así nuevas elecciones. Desde mi humilde parcela, les pediría que se dejen de ejercer como perros del hortelano, y permitan que alguien gobierne este país, al que muchos de los que hoy se sientan en los escaños del Congreso y del Senado han llevado a la profunda crisis, económica, social y política en la que estamos sumidos. Demuestren de una vez por todas que no son tan ineptos, torpes y egoístas, como creemos muchos ciudadanos libres de España.

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