En nuestros sistemas educativos, en nuestra sociedad tecnológica y consumista, en este mundo de excesiva rapidez, debemos reestructurar y organizar nuevos métodos, que sirvan para enseñar a pensar a nuestros jóvenes. Tenemos que inculcar a estas nuevas generaciones la importancia de la lectura. Transmitirles el encanto bellísimo de las palabras, que sepan explorar y disfrutar los nuevos mundos que conocerán en viajes por páginas que siempre nos están esperando para ser leídas. La lectura desarrolla el raciocinio, nos hace pensar, aumenta nuestros conocimientos y nos facilita, el diálogo. ¿Por qué debemos enseñarles a pensar? Las personas que se acostumbran a esto van a la raíz de todas las cuestiones básicas, tienen criterio propio, capacidad para discernir y son gente difícil de manipular.

En momentos de alboroto político, de tantas conductas discordantes y agresivas, deberíamos pararnos para pensar en las consecuencias que estas actitudes puedan tener en nuestros jóvenes. Es importantísimo formar a ciudadanos cultos, ciudadanos que piensen en el bien común. Una sociedad culta conlleva a una sociedad más libre, más justa, más solidaria más respetuosa con las ideas y creencias de los ciudadanos. No podemos permitir que en nuestra democracia se radicalicen posturas, no se lleguen a acuerdos entre partidos mayoritarios y se excluya la opinión de muchos ciudadanos. El pensamiento, el conocimiento, el diálogo y el respeto son la clave del progreso. Las descalificaciones, las obcecaciones, la falta de pensamiento, de comunicación y diálogo nos conducen al fracaso.

Señores políticos, dialoguen, sean respetuosos. Tengan en cuenta que ustedes son la imagen de nuestros jóvenes. Den ejemplo para que haya concordia y no enfrentamientos y falta de respeto. Miren hacia el futuro y olviden los fantasmas del pasado. ¡Hay tantos problemas cotidianos que resolver! No olviden que ustedes deben estar preparados y formados para dirigirnos.

Concluyo con unas palabras de un filósofo francés, Edgar Morín que dice: "Los científicos, los políticos, los expertos no reflexionan sobre los acontecimientos, sobre la actualidad más allá de hoy; no leen: no tienen un pensamiento global. En tiempos pasados la filosofía servía a los políticos para reflexionar. Hoy día esto ya no existe".

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