Algunos, tras la muerte de Fidel Castro, han asegurado en las últimas horas que se ha producido la desaparición de un referente de la independencia y de la dignidad de América Latina. Creo que no supone ni mucho menos eso. Es sorprendente que, conocida la última historia, vuelvan ciertos discursos del pasado.

No olvidemos que el régimen de Fidel Castro, heredado por su hermano Raúl, es un régimen que ha sembrado y sigue sembrando mucho dolor y mucha violencia en el propio país y en otros próximos y no tan próximos.

Castro se levanta en 1959 en nombre de una revolución que quiere dar libertad a Cuba y lo que consigue es que instaura uno de los totalitarismos del siglo XX, uno de los pocos que se han prolongado hasta el siglo XXI. En mi opinión, no hay motivo para tocar campanas ni para que la muerte del promotor (dictador) sea deificada.