El mundo no necesita más comida. Necesita más gente comprometida. Manos Unidas celebraba con este lema su Jornada Nacional. Esta ONG de la Iglesia recuerda que 800 millones de personas pasan hambre en el mundo, mientras en España la tercera parte de los alimentos termina en la basura. Esa voracidad consumista es el motor de un sistema de producción que considera los alimentos como un producto especulativo y no como un derecho. Una de las personas que ha puesto cara a la campaña de este año es la colombiana Ruth Chaparro, que trabaja con comunidades indígenas en una zona fronteriza con Venezuela.

En los últimos cinco años han muerto allí más de 5.000 niños por la sequía, mientras la poca agua que había se ha utilizado en una mina de carbón. Es un ejemplo de cómo los intereses económicos prevalecen sobre los derechos humanos, una de las denuncias que hace Manos Unidas en el Trienio de lucha contra el Hambre que lleva a cabo hasta 2018.

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