Una sensación mezcla de preocupación y sospechas inunda el ambiente ante tanta "judicialización" de la vida política. ¿Es verdad lo que se piensa y no se dice? ¿Podemos dar crédito al testigo? ¿Ha habido trato de favor del presidente de la sala? ¿Ha actuado como juez imparcial o como protector? ¿Actúan normalmente así los jueces ? Cuando en la calle los ciudadanos se hacen preguntas, algo huele mal en nuestra democracia. Pero aún mas preocupante es esa sospecha que indica que el sistema puede estar contaminado. La falta de mecanismos de auto-depuración de la clase política, que no es capaz de purgarse, obliga a un trabajo comprometido y extenuante de la justicia que, como nunca se ha visto, día tras día incrementa su tarea de fontanería para desatascar tanta sospecha. Pero la inmundicia, origen del mal olor que se respira, no cesa. Parece que las cañerías están tupidas. Ante este hecho y la extensión del problema surgen más preguntas y respuestas: ¿Serán suficientes los fontaneros para resolver este atasco? No lo creo. Como mínimo, si esto sigue, habrá que ajustar las plantillas. ¿Es sólo un problema de algunas cañerías o es todo el alcantarillado deficiente? Si es así sobrepasa la responsabilidad del fontanero y habrá que llamar a los ingenieros para un replanteamiento global del sistema. Quizás la simple modificación no sea suficiente. En cualquier caso algo habrá que hacer, y no lo limitemos a que ya salimos de la crisis, cuando la crisis moral y ética alcanza niveles insospechados. No solo es cosa de "sentido común" tan esgrimido por algún político, pero también de algo más : inteligencia, diagnóstico del problema y capacidad para resolver con agilidad el atasco origen del mal olor que se respira. También hay otra solución que, en vez de desatascar o estudiar un mejor sistema de desagüe, se opte por anular o que el olvido resuelva el problema. Pero eso, lo fácil, seria una chapuza amén de irresponsabilidad , y nuestra historia está llena de chapuzas, quizás la causa de tanto atasco.