Una vez más suena la voz de alarma: España va camino al suicidio. No se trata de ninguna argucia publicitaria, el caso es dramático porque España se muere porque no hay niños, porque las nuevas generaciones no son suficientes para mantener el relevo demográfico y porque de ello se desprenden graves consecuencias para un inmediato futuro. Lo he comentado en otras ocasiones, a medida que se prolongan las expectativas de vida, no llegan hijos que garanticen el relevo. Y a media que se reduce el mercado del trabajo e incluso se limitan los ingresos, las cotizaciones a la Seguridad Social se hacen cada día más insuficientes para pagar las pensiones.